Mara Aranda lleva toda su vida dedicada al estudio e interpretación de la música sefardí. Casi treinta años en los que ha viajado por medio mundo empapándose de la tradición y los sonidos de aquellos que fueron expulsados de España en el siglo XV. Actúa hoy en el Museo Etnográfico a las 19.00 horas.

-¿Qué se va a poder ver sobre el escenario en su actuación en Zamora?

-Haremos un viaje, un viaje en el tiempo. Porque una de las más efectivas maquinarias para hacerlo es la música que llega hasta donde ninguna otra materia artística puede hacerlo.

- ¿De dónde surge su interés por la música sefardí?

-La investigación es el medio en el que me desenvuelvo con más entusiasmo. Pero no es nada nuevo. Son los intelectuales sefardíes con formación académica occidental, los filólogos romanistas y los hispanistas los primeros que se interesan en el judeo-español -mal llamado ladino-, conscientes de su valor. Así es como llegan hasta nosotros esos materiales, esos cantos en los que la informante tantas veces explica cuándo tienen lugar o de qué manera se integran en el devenir de una comunidad a través de su interpretación en festividades o los rituales del ciclo de la vida. Hay cantos asociados a todos esos momentos por los que pasa la vida del hombre en el corpus de canciones sefardíes.

-¿Qué tiene la música sefardí que no tiene otra clase de música? ¿Por qué se ha seguido manteniendo viva?

-Esta música tiene un gran valor porque está asociada a una lengua que queda fijada en las comunidades sefardíes en el exilio y que se sigue hablando en cada hogar hasta hoy. Pasa de generación en generación, aunque añadiendo palabras de las lenguas de los países en los que se asientan y algunas palabras del hebreo. Se trata de judíos, sí, pero salidos de España y diferentes a otros judíos, como los ashkenazíes, por ejemplo. Los sefardíes tienen claro que comparten una religión, pero no un origen, y eso les marca. Es un origen que pasa de generación ón como si fuera esa llave a la que tanta alusión se hace. Esa llave que se dice se llevaron los judíos salidos de España con la esperanza de volver con ella algún día para abrir la puerta de su casa.

-¿Qué influencia ha tenido la música sefardí a lo largo de la historia? ¿Sigue influyendo en la actualidad?

-La música sefardí ha sido siempre para minorías, desde su misma gestación, ya que los judíos eran una minoría dentro de los diferentes grupos religiosos de la península. Ahora bien, era una minoría de 120.000 o 200.000 personas que se vieron obligados a dejar su patria en el siglo XV. Y si a esto le sumamos que se calcula, según científicos de la Universidad de Leicester (Reino Unido) y la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, que aproximadamente en torno al 25% de los españoles y portugueses tienen orígenes judíos, va variando el concepto que podemos tener sobre esas minorías.

-Y es que a pesar de ser expulsados de España, estos judíos decidieron conservar sus costumbres...

-Muchos de los judíos españoles se convirtieron esperando que cambiara la situación política de aquella península del siglo XV. Los que se fueron, conservaron sus costumbres, sus ritos, el tesoro de la lengua en la diáspora y las canciones que los conectaban con sus orígenes, con su pasado. La música sefardita ha influido sobre los que la cantaban y escuchaban, ya sea hace cinco siglos u hoy en día. Y es que tiene el poder de hacernos sentir que hay algo más grande que las diferencias que nos separan y que identificamos en este mundo de apariencias, donde la forma, las maneras, las tendencias y las posturas parecen más contundentes y definitivas que lo que nos une.

-Treinta años sobre los escenarios. Se puede decir qué toda una vida sobre las tablas.

-Así es. En el año 2020 se cumplirán treinta años desde mi primer concierto. Tres décadas en las que he invertido toda mi energía y mis recursos en un proyecto en el que creo firmemente: la capacidad de transformación de la cultura y la música.

- ¿Ha cambiado en treinta años la forma en la que el público se acerca a sus conciertos, a esta clase de música?

-Hoy en día, a los conciertos asiste un público heterogéneo, sin una clara conexión ni de estatus social, ni cultural. La gente escucha las canciones, le gustan y vienen al concierto. Y todos encuentran su reflejo en estas canciones porque hay desde cantinelas para entretener a los niños mientras comen, a otras que tratan de cuestiones más viscerales y que a todo humano tocan, sean de donde sean y tengan la edad que tengan. Los dolores nos hacen a todos daño, las alegrías a todos nos contentan. A la música sefardí, en parte, la ha hecho sobrevivir el respeto a los ancestros y a las madres a través de las cuales se hereda la identidad judía. Y lo ha hecho porque conecta a los sefardíes con su madre patria, por la que sienten nostalgia y donde tienen enterrados a sus muertos.

-¿Qué ha hecho sobrevivir a la música sefardí, algo que no ha pasado con otro tipo músicas?

-El repertorio sefardí se lega generación tras generación por boca de la madre. En cualquier repertorio tradicional la voz de la mujer, asociada a determinados trabajos o al cuidado y educación de la prole, hace que tenga un gran número de testimonios conservados en grabaciones documentales o que incluso, hoy día, en algunas zonas de la península se siguen cantando. En la tradición sefardí, el hombre canta en la liturgia de la sinagoga los oficios religiosos en hebreo, mientras la mujer tenía restringido este ámbito. Es en la casa donde la mujer canta, lo que deja una impronta imborrable en el espíritu de quienes reciben todo este acervo.