En 1928, Francisca Rodríguez cambió de vida. Con 23 años, esta joven alistana salió de Sejas, se subió a un barco y puso rumbo a Argentina. Un brote de gripe estuvo cerca de poner punto y final a su aventura antes de tiempo, pero una oportuna parada en Brasil evitó males mayores. Francisca se instaló en Buenos Aires, se casó con el dueño de un restaurante ubicado en el centro de la ciudad, tuvo dos hijos y pasó sus días a 10.000 kilómetros del pueblo que la vio nacer y donde se quedó parte de su familia.

Durante 62 años, Francisca no regresó a Sejas de Aliste, y la correspondencia fue su único contacto con la gente que dejó atrás. Esta zamorana emigrante guardó las cartas durante toda su vida. "Una persona no conserva los papeles, conserva los afectos", explica Jorge D'Amato, uno de los hijos de Francisca, que este año ha ganado uno de los premios Memoria de la Emigración Castellano Leonesa gracias a ese intercambio de informaciones que su madre guardó a buen recaudo.

Las cartas hablaban de "novedades familiares, noticias de muertes y nacimientos". "Es todo un epistolario entre mi mamá y su familia", insiste D'Amato, que visitó Sejas de Aliste junto a su madre, por primera vez, en 1990. Francisca volvió a ver, más de seis décadas después, a su hermana seis años menor: "Lo más curioso es que siguieron hablando de los mismos temas, como si no hubiera pasado el tiempo; recordaron los bailes y las fiestas de Trabazos. Esos 62 años no pasaron. La charla fue una continuación", rememora el argentino, descendiente de Aliste.

D' Amato cuenta que su madre se marchó físicamente de Zamora, pero nunca llegó a irse del todo: "Siempre vivió con algunas costumbres de la zona, como comer pulpo en los días de fiesta o bacalao en Semana Santa", narra el argentino, que asegura que esa influencia también afectó a la familia a la hora de calentarse en el hogar: "¿Sabes lo que es un brasero?", pregunta, antes de citar lo obvio. Francisca huyó de otros sistemas de calefacción.

Pero la memoria que conserva Jorge D' Amato de los emigrantes españoles en Buenos Aires no termina en la experiencia vital de su madre. El argentino, licenciado en Comunicación Social, da detalles también de lo ocurrido en la capital argentina durante la Guerra Civil, unos sucesos que no vivió en primera persona, pero que han quedado en el imaginario colectivo de la ciudad: "En una calle del centro estaban el bar España y el bar Iberia. En un lado estaban los hinchas de la República y, en el otro, los del bando nacional. Era tal el enfrentamiento que se tiraban sillas y vasos de lado a lado de la calle", concluye.