Un tributo a sus ausentes impulsó al escultor José Luis Alonso Coomonte a realizar la obra que ha bautizado como "Cruz de mis ausentes", una pieza de cuatro metros de longitud confeccionada en madera, vendas, vidrio y metal. "Pensé mucho en mi madre, ausente, y al igual que he hecho otras muchas piezas simbólicas esta cruz está pegada al suelo y la llevarán cuatro hermanos, por los cuatro evangelistas" en carga mixta y en la misma posición que desfila el Cristo de la Buena Muerte. A mayores la creación, que está vendada "porque me fascina el arte egipcio", presenta doce lágrimas, en alusión "a los doce apóstoles", que "van para arriba, hacia el cielo, porque son por los ausentes", describió ayer el escultor José Luis Alonso Coomonte minutos antes de empezar la charla-coloquio sobre esta obra en el salón de actos de la Junta pro Semana Santa, un acto, organizado por la Hermandad Penitencial de Nuestro Señor Luz y Vida, al que acudieron muchos semanasanteros.

El autor de numerosas cruces pequeñas, la de yugos y la corona, para Tercera Caída, y de la portada de este año de la revista Silencio para la cofradía homónima, señala que la cruz "no pesará para los cargadores porque trata de ir a otro sitio".

La pieza, hecha por el artista benaventano en 2012 por primera vez la vio el público en la muestra de arte sacro que le dedicó el pasado año el Museo Diocesano, se incorpora de manera excepcional este año al desfile de Luz y Vida tras una serie de conversaciones entre directivos y el artista a raíz de la entrega del Barandales de Honor al benaventano. "Es una cruz ideal para esta hermandad porque es de los ausentes y la cofradía llega el cementerio, lo que nos resultó atractivo tanto a ellos a mí. Esta cruz tenía que ir al camposanto donde hay ausentes de muchas personas", esgrimió Coomonte, quien no cerró las puertas a que la pieza acabe finalmente perteneciendo a la hermandad. "Estoy orgulloso de que esta obra mía la procesione esta hermandad, pero si ella no quiere que vuelva a salir, no saldrá".