El obispo Acuña organizó un ejército de 400 clérigos que combatieron en el movimiento comunero. "Muchos de ellos eran seminaristas que se mostraron muy bravos en las batallas. Fueron fundamentales en la defensa de Tordesillas, cuando la población fue asaltada por las tropas realistas", explica José María Fernández Conquero quien detalla que alguno de ellos "cuando mataba de un espadazo a continuación bendecía al soldado para que fuera directo al cielo".

El autor, en la presentación a los medios del libro, repasó y desgranó la motivación del levantamiento comunero. "Entre las primeras medidas que adoptó Carlos I al llegar a España fue pedir dinero. Además, se trajo una corte de nobles flamencos que venían a ocupar todos los puestos existentes en el gobierno y también quiso controlar los puestos en la Iglesia" lo que chocó directamente con la nobleza intermedia que "vio cómo era relegada a las ocupaciones administrativas y se quedaba sin trabajo".

También el monarca puso en pie de guerra a los artesanos pues "con sus medidas favoreció mucho a los productos flamencos e incluso prohibió fabricar en España tejidos de alta calidad solo les permitía hacer de baja". Otro pilar social que se levantó e integró el movimiento fue la Iglesia. "La sede primada de España, que estaba vacante con la llegada del nuevo rey , la ocupaba un chico de 18 años que fue ordenado sacerdote para hacerse cargo del puesto".