"En cuanto a ingeniería se refiere, en Zamora decíamos ayer y diremos mañana". La frase la pronunciaba Pedro Hernández Ramos, comisario, junto con la también profesora de la Escuela Politécnica María Ascensión Rodríguez Esteban e Isabel Díaz de Aguilar de la exposición "La ingeniería en Zamora: el porvenir que se gestó, el que se construyó y al que nunca se llegó" refleja la importancia que tuvo la ingeniería en Zamora en tiempos pretéritos, la esperanza en los frutos que pueda dar el Campus Viriato y la vinculación con la Universidad de Salamanca, que celebra su octavo centenario.

Fue Hernández el encargado de presentar la exposición abierta hasta el 11 de octubre en las salas del Teatro Ramos Carrión, ya completa una vez que ha llegado la Centella, el excitador eléctrico universal que permitió por primera vez obtener rayos X de forma controlada, obra de un profesor de matemáticas, física y química del Seminario de Zamora, Eugenio Cuadrado que logró con su invento la medalla de oro de la Exposición Universal de París de 1900.

Hernández destacó dentro de la parte de la ingeniería hidroeléctrica. la construcción del Salto de San Román o El Porvenir. "En 1897 Federico Cantero Villamil, con 25 años, fue capaz de arrastrar a los más pudientes de la sociedad de Zamora para crear una compañía con la que costear este salto", cuyos estudios "fueron el germen de lo que después serían los Saltos del Duero, el complejo de generación hidroeléctrica más importante de España y uno de los más destacados de Europa y el mundo". Además iluminó Zamora, Salamanca y Valladolid, provincias estas últimas que supieron aprovechar mejor la energía. Las fotografías muestran la dureza de las condiciones laborales de la época.

Dentro de la parte ferroviaria figura el proyecto de ferrocarril de Zamora a Orense "gestado en 1913, aprobado en 1918 y que por su complejidad no pudo llegar a realizarse hasta pasados unos años, de hecho se terminó en 1957". Un proyecto de más de cien túneles, 60 estructuras metálicas "muy complejo para aquella época" en el que destaca el audaz. viaducto de Martín Gil, que permitía al tren salvar el obstáculo del Salto de Ricobayo. "Durante muchos años no hubo en el mundo ningún viaducto de un solo arco que salvara una longitud mayor. En eso también fuimos los primeros". Hay una fotografía de unos trabajadores en el viaducto que recuerda la icónica imagen de "los obreros sentados en una viga almorzando en la construcción de uno de los rascacielos de Nueva York que curiosamente no era el Empire State".

La tercera parte de la muestra se dedica a los inventos, con algunas de las 33 patentes que Federico Cantero Villamil presentó. Entre ellas destaca la libélula española "que se puede considerar como el primer helicóptero en España".