Llevan siete años participando y aseguran que serán muchos más. Los campos de trabajo de Menesianos Zamora han vuelto a "atraer" a jóvenes de 2º de Bachillerato de diferentes colegios de esta congregación para pasar parte de sus vacaciones de verano con usuarios de varias ONG e instituciones humanitarias de la capital. Con la edición de este año han viajado alumnos del centro Berrio Otxoa de Bilbao y del Colegio Menesiano de Madrid, además de otros estudiantes de Portugalete y Sevilla, que se han querido unir a este original voluntario en el que, durante quince intensos días, mantienen un contacto continuo con usuarios de centros como Fundación Personas, Feafes, Proyecto Hombre, Cruz Roja, Trascampus, Aspace e Intras.

Amaya Robledo y José Antonio Morante son los responsables del grupo, con el que también trabajan el resto del año con convivencias y actividades en los que hacen sus prácticas de voluntariado con grupos de niños. "Aquí nos acogen en el centro menesiano desde hace siete años, donde residimos durante nuestro tiempo de voluntariado, que se centra en entidades que están dentro del campo del trabajo social", apunta Morante.

Los voluntarios que acuden a la Fundación Personas destacan que solo con conversar un rato con los usuarios "se les saca una sonrisa" mientras realizan sus talleres de formación. En Feafes están centrados en elaborar pequeños productos para la venta. "Nos lo han puesto muy fácil, siempre nos reciben con los brazos abiertos", agradecen.

En Proyecto Hombre ven otra realidad más dura, acompañando y escuchando a las personas que están en terapia de desintoxicación. "Todos quieren contarte su historia, se sienten a veces frágiles e inseguros, sobre todo cuando piensan en lo que les espera fuera", explican. Niños de familias en peligro de exclusión social han sido los tratados por los voluntarios que se han acercado a Cruz Roja, así que, en su caso, los juegos se convertían en las actividades principales, al igual que los compañeros que trabajan con Trascampus, donde no falta ni la piscina ni los deportes.

Los voluntarios de Aspace e Intras se han centrado en ayudar a los monitores de estas asociaciones, donde los usuarios tienen mayores dificultades para hacerse entender. "Muchos no hablan, pero te llenan de abrazos y sonrisas", apuntan.

Algunos de estos jóvenes voluntarios ya han iniciado sus estudios universitarios y, aunque aseguran que la elección de sus carreras no ha estado influídas por este tipo de experiencias humanitarias, hay quien confiesa que después puede que su especialidades sí lo esté, como una joven estudiante de Medicina, quien apunta que, tras su trabajo en Intras, le llama "mucho más la atención el área de la psiquiatría".

En lo que sí que están todos de acuerdo es en que los usuarios de todas estas instituciones "nos enseñan más a nosotros que nosotros a ellos", subrayan. "Es una oportunidad única que nos ofrezcan a los jóvenes poder ver otras realidades sin tener que ir a otro país", valoran. "Y también ver de qué somos capaces, aunque sea solo aportar un granito de arena acompañando a estas personas durante unos días", añaden con demasiada modestia, ya que ofrecen gran parte de su tiempo libre de verano para trabajar por los demás. Una acción que los usuarios agradecen año tras año.