Las trabas legales a la ampliación de la fábrica de la empresa láctea Gaza -la única existente en el núcleo urbano de la capital- han dejado de ser una cuestión espinosa para los responsables de la firma a convertirse en una preocupación de la sociedad zamorana. La inexistencia de grandes factorías en la provincia y el cierre de decenas de establecimientos de toda naturaleza en los últimos meses incrementan el derrotismo y el temor por la hipotética pérdida de uno de los buques insignia de Zamora. Mientras se pone fin al muro administrativo que limita la ampliación, los responsables estudian ya el traslado a otro emplazamiento como una alternativa real.

La preocupación de los zamoranos responde a un problema real: 27 meses después de anunciar la ampliación de las instalaciones -en el contexto de las celebraciones del cincuenta aniversario del inicio de la actividad- el proyecto está bloqueado. En mayo de 2016 la compañía celebró una asamblea clave para trazar el futuro de la empresa: el creciente volumen de negocio llevan a los responsables a plantear una única vía, la ampliación. Por un lado, encargan un proyecto para diseñar las futuras instalaciones. Por otro, Gaza aprueba junto a los socios una necesaria ampliación de capital de un millón de euros, que se hace efectiva en febrero de 2017. En ese impás, la láctea llega incluso a compartir con los vecinos de la zona los planes de futuro.

Los problemas llegan a la hora de dar forma al proyecto, de materializarlo. Primero, porque Gaza -pese a su volumen de facturación, que superó los 32 millones de euros en 2017, y su importancia como referente social- se topa con los mismos problemas administrativos que cualquier otra firma que solicita las licencias oportunas de actividad, en este caso, para la transformación de las dependencias. El permiso llega, finalmente, en noviembre de 2017. Pero entonces llega el imprevisto más serio: la Conferencia Hidrográfica del Duero (CHD) se opone a los planes de ocupación de parte de los terrenos de la láctea junto a las instalaciones actuales al tener la zona la declaración de inundable. El trámite supone, hoy por hoy, el principal riesgo y el más firme bloqueo al proyecto.

En paralelo, Gaza ha continuado dando salida en el mercado a al creciente rendimiento lácteo, un proceso compartido con los ganaderos zamoranos, que, a su vez, impulsaron planes de crecimiento. Todo para alcanzar el objetivo de duplicar la producción: pasar de 50 millones de litros anuales a los 100. Entretanto, la compañía ha tenido que hacer auténticos malabares para colocar en el mercado la abundante materia prima que llega a la fábrica, con unas instalaciones que ya no responden al tamaño de la producción.

Llegados a este punto, ¿qué ocurre si la actividad sigue en alza y las nuevas instalaciones no acaban de concretarse? Ante tal encrucijada, Gaza ha informado ya a los propios trabajadores de la situación administrativa que limita la ampliación. De no encontrar una solución en el emplazamiento actual, los responsables ya valoran una ubicación alternativa, sin que la nueva e hipotética sede haya llegado a concretarse.

Ayer mismo, el grupo político Ahora Decide hacía hincapié en el "fracaso de la política y los políticos", tras la situación generada en torno a Gaza. En palabras de Manuel Fuentes, la compañía se ha ganado el derecho de ser "mimada por las administraciones" por su "propia historia".

Ahora Decide hace hincapié en la preocupante situación de la ciudad -extensible a la provincia- por el cierre de "más de 130 empresas" en los últimos cuatro años. Se preguntan sus responsables que ante la previsible marcha de la fábrica -si no cambia la situación administrativa- cómo es posible que el Gobierno central, de quien depende la Confederación Hidrográfica del Duero, y el Ayuntamiento "estén mareando la perdiz, alegando la legalidad desde hace más de dos años", sin que todavía exista una solución.