El escritor Miguel Barrero es una de las voces que visita la Feria del Libro. El asturiano, que residió seis meses en Zamora y que es amigo de autores como Tomás Sánchez Santiago, "un narrador extraordinario al que no se tiene muchas veces en cuenta", Luis García Jambrina o David Refoyo, presentará su última novela mañana domingo en el Museo Etnográfico.

-¿Llega a la escritura a través del periodismo o bien de la narrativa da el paso hacia la información?

-Decidí cursar periodismo porque me gustaba contar a través de la escritura y entendí que era el mejor trabajo al que podía dedicarme. En mi vocación siempre ha habido una vocación periodística de querer contar lo que pasaba y otra literaria de contar lo que pasaba con cierto rigor estético. Durante un tiempo se compatibilizaron ambas escrituras hasta que finalmente la crisis del periodismo me esquinó. Ahora mismo hago un periodismo cultural y mucho más personal porque colaboro en varias revistas culturales y también desarrollo la vertiente literaria que ha dado como resultado los libros que he publicado.

-Unos libros que le han valido premios significativos, ¿le han abierto una senda?

-No siempre ayudan, depende del premio y de las circunstancias en las que lo ganes. Más que allanar el camino creo que ayudan a afianzar la vocación y la confianza en uno mismo. El hecho de que reconozcan con un determinado galardón te permite ver que no vas totalmente desencaminado y te da fuerza para seguir. La búsqueda de editorial es verdad que es complicada y si un libro vale la pena siempre hay un editor dispuesto a publicarlo, pero tienes que dar con él.

-¿Aboga por remitir los manuscritos a distintos sellos frente a la autoedición?

-Creo que hay que contar con una autoexigencia fuerte. Salman Rushdie decía que todo escritor tiene que tener un detector para identificar si lo que escribe merece o no la pena. Un escritor tiene que tener muy presente que no todo puede ser publicado. Tiene que tener una exigencia personal que le haga ser muy crítico con lo que escribe hasta el punto de leer lo ha escrito pensando que lo ha hecho otra persona y le dé el visto bueno. Por otra parte, creo que un buen editor que se implique no solo ayuda a difundir ese libro, sino que lo mejora. Yo he tenido, por suerte, editores muy buenos que además de confiar en mí, mejoraron los libros que les llevé. La autoedición puede estar bien para un primer libro, pero no puede ser un fin en sí mismo. Las editoriales hacen una labor muy valiosa y el escritor siempre debería optar porque uno que le ayude y le oriente.

-Regresa a Zamora para presentar su último libro "El rinoceronte y el poeta", una novela en la que entremezcla fantasía, misterio con el escritor portugués Fernando Pessoa. ¿Cómo conjugó todos estos ingredientes?

-Es una novela de fabulación en la que juego con la identidad diluía y múltiples de Fernando Pessoa, un poeta que vivió de manera anónima en la Lisboa del siglo XX y a cuya muerte se fue descubriendo que el personaje gris y anodino que paseaba por la calle había escrito una obra excepcional en cuanto cantidad y calidad a través de una serie de poetas ficticios y heterónimos a los que él dio voz y vida a través del papel. Este juego identitario me parecía muy interesante y enriquecedor conectarlo con la propia identidad cultural de Portugal.

-¿Qué le hizo optar por un personaje real, por el propio Fernando Pessoa, para vertebrar el texto?

-En un viaje a Lisboa en el verano de 2013 descubrí la historia de un rinoceronte que llegó a Lisboa en el siglo XVI, otro elemento del libro, y también el primer libro de Pessoa, que se publicó cuando él estaba a punto de morir, una publicación que había preparado como la primera piedra de toda su producción que se fue conociendo poco a poco cuando los investigadores profundizaron en su creación. El hecho de que Pessoa y su primer libro marcara un inicio de un camino tan importante me llevó a plantearme el doble juego entre el poeta y su país. Me he tenido que documentar sobre el Portugal de Pessoa y sobre el presente porque se ambienta en el presente a través de la figura de un profesor español especialista en Pessoa que viaja a Lisboa para atender la llamada de un colega que le tiene que comunicar algo muy importante. En medio de ese viaje, que en realidad es un largo paseo por la ciudad, se va reflexionando sobre determinados episodios históricos y literarios de Portugal. Es una trama que arranca el 20 de mayo de 1515, fecha en la que el rinoceronte desembarcó en el puerto de Lisboa, y a partir de ahí se pasa por la era de los descubrimientos, el Estado Novo o la Revolución de los Claveles.

-Por lo tanto también es una lección de historia lusa.

-Sí porque en España se conoce más nuestra propia historia. Quería reivindicar el papel fundamental de Portugal en una época en la que se estaba cartografiando el mundo. Los siglos XV y XVI fueron centurias en las que España, Portugal e Inglaterra eran los países que estaban descubriendo el mundo. En esta etapa de esplendor de Portugal, que simboliza el rinoceronte que lleva como regalo de un gobernador indio con el que la nación lusa empezaba a entablar relaciones comerciales, se enlaza con Pessoa que buscaba que con su obra germinara un nuevo esplendor relacionado con la cultura.

-El libro se lo prologa un académico de número de la Real Academia Española y premio Princesa de Asturias de las Letras, Antonio Muñoz Molina.

-Nos conocemos desde hace unos años. Cuando él recibió el Princesa de Asturias participamos en unos cuantos actos juntos y hemos mantenido una relación bastante fluida en el tiempo. Él fue una de las primeras personas que leyó el manuscrito original. Cuando se iba a publicar le pregunté que si me escribiría unas líneas y tuvo esa generosidad.