Del cambio climático se habla mucho, pero se habla mal. Por eso, la joven Alba González, invitada también de la primera jornada del festival "Pint of Science" que acoge Avalon Café, fue la encargada de poner en valor el papel de la geología en este proceso. Y es que "aunque efecto invernadero suene muy siglo XXI, la Tierra viene experimentando desde la cuna la oscilación incesante entre diversos episodios climáticos", tal y como ella misma recuerda.

-Su tesis doctoral versa sobre estudios de paleoclimatología y paleoceanografía de sectores oceánicos alrededor de la península ibérica. ¿En qué consiste su trabajo?

-Básicamente lo que hacemos desde el Grupo de Geociencias Oceánicas de la Universidad de Salamanca es estudiar la respuesta de los organismos más pequeñitos de la cadena alimenticia que se llaman cocolitóforos. En realidad estudiamos el registro fósil (cocolitos) de estos organismos que actualmente también están en los océanos. En mi caso, estudio el patrón de estos fósiles en el sedimento marino de las zonas del mar de Mediterráneo (en la zona del mar de Alborán) y del océano Atlántico (en la zona cercana a las islas Azores) y realizo una comparativa de cómo respondieron estos bichitos antiguos a un determinado episodio desde el punto vista climático y las corrientes oceánicas de aquel momento. Abordamos ese episodio climático, un evento hipertermal de hace aproximadamente 50 millones de años en el que se produjo un calentamiento global enorme, como una herramienta para conocer desde el punto de vista geológico cómo operó el clima en el pasado y así entender cómo funcionan las cosas en nuestro presente y cómo pueden progresar en el futuro teniendo en cuenta que el hombre es otro factor que se está sumando a todo esto.

-¿Qué paralelismos se pueden establecer con la actualidad?

-Ahora vemos cómo está respondiendo nuestro océano actual a nuestro contexto climático. Eso nos da muchas pistas por ejemplo en términos de acidificación oceánica, un índice del dióxido de carbono que hay en nuestro océano. Se habla mucho del efecto invernadero y de la cantidad de CO2 que el hombre está aumentando. La atmósfera y el océano siempre están en intercambio constante, por eso el océano también nos dice lo que está pasando. Las "conchas" de estos cocolitos están compuestas por carbonato cálcico y su formación tiene mucho que ver con la concentración de CO2 en el agua. Estudiando cómo se construyen podemos saber qué es lo que está pasando en el océano, cómo lo estamos modificando, cómo está variando su química y todos sus parámetros. De hecho, ahora está muy en boga el estudio del grueso de la "carcasa" del cololitófero y su relación con una mayor o menor calcificación y mayor disolución en el océano.

-¿Por qué es tan importante conocer el pasado para analizar el presente?

-El cambio climático está muy de actualidad. Es un tema importante y que está muy bien que se trate y que la sociedad comience a tener conciencia de ello, pero no se tiene esa misma conciencia de cómo el estudio del pasado nos permite entenderlo. No hay un conocimiento social de cómo este tipo de estudios participan y aportan datos sólidos que nos permiten modelizar el comportamiento del clima. La sociedad no conoce que estudiando ese pasado tan remoto es la manera por la cual se obtienen los datos actuales sobre cómo funciona todo el sistema.

-De ahí su participación en el festival para acercar la ciencia a los ciudadanos de a pie.

-Sí, me parece muy interesante que la gente conozca cómo estos estudios geológicos de material tan antiguo de hace 50 millones de años, algo que generalmente se concibe como arcaico o muerto, nos dan pistas de un tema tan de moda, interesante y preocupante en el caso del cambio climático. Los científicos deben facilitar sus datos a la sociedad para hacerla partícipe de todo esto, de esta manera irá todo mucho mejor.