Después de 34 años de carrera, los nueve últimos como jefe del Servicio Municipal de Bomberos de Zamora, Herminio Ramos vive su reciente jubilación con el ánimo expectante y repasa algunos de los momentos destacados de su trayectoria. En pleno casco histórico de Zamora, en la misma plaza en la que viven sus padres y sus hermanos, Herminio Ramos García (1957, Zamora) es interrumpido con frecuencia por la gente agradecida que le saluda y que le felicita al enterarse de su retirada.

-Se ha hecho casi tan famoso como su padre, el cronista oficial de Zamora, o como su hermano Martín, experto en escalar "ochomiles".

-No, no, no. Durante muchos años, he sido "el hijo de Herminio" y, durante otros muchos, "el hermano de Martín".

-¿Un hermano mayor bombero es, prácticamente, un superhéroe para el menor, que también se convertiría en bombero?

-Quizá. Es que yo empecé a sacar a Martín a la sierra en Sanabria cuanto él tenía siete u ocho años. Mi madre siempre decía que "es cieguito por ti". La admiración, entre comillas, la tenía por ser su hermano mayor y, sobre todo, por llevarle a la sierra, que le encantaba.

-¿Es verdad que uno de sus sueños pendientes es ir al Himalaya?

-Sí. En este caso, como en otros muchos, el alumno ha superado al maestro. Me gustaría ir allí con Martín, aunque sea para quedarme en un campo base. He saltado en paracaídas y he hecho parapente, pero tengo la espina clavada de ser un piloto frustrado porque el aire me encanta. No puedo bucear por un problema de equilibrar las presiones en el oído y, por trabajo, soy patrón de embarcaciones de recreo pero veo un barco y me mareo. (Risas).

-¿Por qué se hizo bombero?

-Yo hice la mili en Canarias y, una vez allí, fui voluntario de la Legión. Al terminar, uno tiene mil proyectos y me presentaba a todo lo que salía. En Zamora, las opciones no eran muchas. Estuve a punto de irme de Zamora dos veces en ese período, pero tenía claro que quería vivir en Zamora y aproveché esta oportunidad.

-¿Ha tenido que intervenir en más fuegos que en rescates?

-Yo creo que ha habido más incendios. Hubo una época en la que, por desgracia, había muchos más tráficos que ahora, que han bajado mucho en los últimos años. Primero, incendios, que es lo que dice la estadística, pero no pienses en incendios tipo "El coloso en llamas", sino en vegetación, una cuneta, un sembrado, rastrojos, un solar lleno de paja seca? De todas formas, todos los incendios empiezan por una cosita muy pequeña.

-¿En qué trance tragó más saliva?

-Donde peor me he visto fue en un incendio forestal entre Alba y Aliste, en el que se nos quemó un vehículo. Éramos el único parque de Bomberos, entonces. Ahora tenemos unos 25 kilómetros alrededor de la ciudad pero en aquella época no había más. Cambió el viento y, de repente, se gira un compañero y estamos completamente rodeados. Nos tocó salir por patas, buscando algún hueco y reconozco que me vi bastante mal. Si hablamos de otras intervenciones, como desescombros, por ejemplo, se crean situaciones de mucho riesgo, con esas techumbres de antes que se te podían caer encima a la mínima.

-¿Es ese su peor recuerdo de la profesión?

-En mis 34 años de profesión tengo marcado, sin lugar a dudas, la muerte de un compañero en acto de servicio, Luis Ángel Puente. Yo estaba de vacaciones en Praga y lo tuve que vivir en soledad en la distancia y lo pasé muy mal. Conmigo como partícipe, tengo muchos, pero hay uno que es recoger los sesos de un niño de cuatro años de la pared. Eso no se olvida.

-¿Cuáles son los consejos clave para cualquier persona que se vea en un incendio?

-Si tienes medios para salir de la zona incendiada, salir, evidentemente. Si estás atrapado en casa, hazte ver. Sal a un balcón o asómate a una ventana, a ser posible, cerrada, para que no avive las llamas. Agacharse, porque los humos se estratifican, como puedes ver perfectamente cuando entras a un siniestro, una vez desarrollado el fuego, aunque los alborotas en cuanto empiezas a tirar agua.

-¿Qué temperaturas tiene que soportar un bombero mientras apaga un incendio?

-En un incendio confinado, se alcanzan fácilmente los 400 grados. Por sistema, estás trabajando desde el suelo, tirando agua y haciendo una panorámica por si ves a alguna posible víctima que puedas salvar. No ves nada y, literalmente, te estás cociendo por una temperatura ambiente bestial y, si tiras agua, el vapor también te quema.

-¿Qué tal le trataron las instituciones durante su etapa como jefe de Bomberos?

Vamos a ver. En este mundo, por desgracia, al final, todo se traduce en euros. La situación del Ayuntamiento de Zamora durante bastante tiempo fue crítica y ha habido muchos años en el que el capítulo de inversiones para el servicio de extinción de incendios era cero.

-Y ¿cómo reaccionaba?

-Cabreado, porque las necesidades eran y son muchas y quien decide la distribución de los presupuestos es quien es. Hoy estamos mucho mejor.

-¿Qué les falta hoy a los Bomberos de Zamora? ¿En qué va a tener que luchar especialmente José Luis Borrego, su sucesor?

-No va a tener que luchar porque está en camino: el parque de Bomberos. No "un nuevo parque", sino "el parque", porque un parque de bomberos se define por un patio de maniobras y una torre de maniobras, y donde estamos no tenemos ni lo uno ni lo otro.

-¿Cuándo cree se convertirán los primeros auxilios en una asignatura general y dura?

-No lo sé. Llevo más de 30 años diciendo que se necesita formación ciudadana frente a las emergencias, que debía darse desde pequeñitos en las escuelas. Hay dos cosas paradigmáticas, que son el manejo de un extintor portátil y saber hacer reanimación cardiopulmonar. Ahora se lleva mucho lo de los desfibriladores pero no entiendo que para manejarlo haya que tener autorización. ¡Si está diseñado para que lo utilice todo el mundo! Esa normativa no la entiendo ni la entienden los sanitarios con los que yo trato.

-¿Qué puede asustar a un bombero?

-El miedo hay que tenerlo y saberlo controlar. Pero yo no quiero gente que no tenga miedo porque es precandidato a héroe y la mayor parte de los héroes están en el cementerio.