El zamorano Ángel Remesal se levantó ayer, como cada mañana, a las cinco menos cuarto de la mañana para ir a trabajar a su bar de la capital. No eran las 5.30 cuando se dispuso a atravesar la calle Arapiles y observó algo que le llamó la atención: "Vi unas piernecitas que confundí con una muñeca junto a un muñeco de peluche". Sin embargo, "cuando me acerqué me di cuenta que lo que permanecía en el suelo, sobre la acera y junto a dos coches, no era una muñeca sino una niña", explicaba ayer el zamorano, todavía atónito.

Al no llevar el teléfono móvil encima y estar a solo un minuto de la comisaría de la Policía Nacional, Remesal corrió hasta las dependencias policiales para avisar de lo ocurrido. "Aporreé la puerta, no sabía ni lo que hacía de lo nervioso que estaba, solo deseaba que siguiera viva, pero enseguida los agentes le tomaron el pulso y comprobaron que ya había fallecido", apunta. Sobre las 5.30 de la madrugada "es raro ver a gente por la zona, normalmente hasta las 7.30 no suele haber mucho movimiento", explica. El hostelero se repite una y otra vez "qué hubiera pasado si hubiera ido un poco antes a trabajar, quizá podría haberle salvado la vida o quién sabe... mejor no pensarlo". La jornada de ayer fue "muy dura" para el zamorano: "Cierro los ojos y solo puedo ver esa imagen, no me la quito de la cabeza, estoy seguro de que hoy no voy a poder pegar ojo y mañana cuando regrese por el mismo sitio... se me moverá todo por dentro, ¡angelito!", narra el testigo.