Tienen alma de dulzaineros y el folclore forma parte de su ADN personal. Se trata de la familia Pasalodos, cuatro generaciones que se han convertido en toda una institución del folclore del país y un referente de la dulzaina y la caja, además de la evolución del instrumento.

El Consorcio de Fomento Musical de Zamora ha convertido 21 de las principales piezas de los Pasalodos en un CD fruto de la colaboración de entidades dedicadas al estudio y difusión de la cultura tradicional, tales como la Fundación Joaquín Díaz y el archivo de Radio Nacional de España. El consorcio retoma la colección "Rasgos" con esta edición fonográfica después de un paréntesis de varios años motivado por los recortes económicos.

Alberto Jambrina y Carlos Porro han sido los encargados de la realización de los textos para introducir el contexto etnográfico y vital en el que se desarrolla la vida y obra de esta familia de músicos y alfareros de Tiedra y el alfoz de Toro. Algunos de los temas recogidos en el CD forman hoy parte del corpus doctrinal del aprendizaje de la dulzaina y la caja en escuelas de folclore.

La edición de la obra era "una deuda pendiente con la familia y los amantes de la música tradicional y la dulzaina", explica el diputado y presidente del Consorcio de Fomento Musical, Antonio Iglesias. El trabajo, con más de mil ejemplares editados que se distribuirán por librerías y en el Museo Etnográfico de Castilla y León, rescata un repertorio grabado hace décadas y articulado en toques religiosos, dianas, jotas y pasodobles.

Los dulzaineros de tradición, para compensar la dura vida del músico con actuaciones variables y ocasionales, compatibilizaron su profesión con la de alfareros para tener un extra en sus ingresos. Su trabajo con el barro les llevó también a ser conocidos como "Los Cacharreros".

La familia Pasalodos fue clave para "poner en valor un instrumento que llevaba 30 años olvidado en Zamora", recuerda el diputado Luis Bermúdez, que en su momentó participó en la grabación de varias piezas. De ahí "surgió una amistad y un cariño que sobrevive al paso del tiempo". Recuerda a Alejandro Pasalodos, el superviviente de la saga, como "un hombrón fuerte y grande, al contrario de su hermano Fermín, muy delgado y espigado", rememora. "Eran unos grandes de la dulzaina", reconoce. Además, aportaron "la parte más castellana del instrumento, así como la técnica del triple picado y del cornetín", añade Alberto Jambrina, de la Escuela de Folclore.

La presentación del trabajo tuvo lugar ayer con la presencia también de la concejala Soraya Merino y el gerente del consorcio, Pablo Madrid. Este último lleva consigo en la memoria una anécdota con motivo de la muestra de folclore de San Pedro de 2006, cuando el consorcio homenajeó a la familia y los hermanos acudieron a actuar a una Plaza Mayor "abarrotada". Madrid cuenta que "grabamos ese concierto y le regalamos una copia a Alejandro que nos devolvió días después porque lo importante para él no era cómo se había visto la actuación desde fuera -"tenemos actuaciones mejores", espetó-, sino la percepción y el sentimiento que le producía la actuación desde el escenario, frente al público". Una visión de su profesión "que nos hizo a todos reflexionar".

A la presentación asistió también el presidente del Museo Etnográfico de Castilla y León, Pepe Calvo, e integrantes de la familia, entre ellos, la esposa y varios hijos de Alejandro.