Los devotos de la Divina Misericordia desafiaron en la mañana de ayer a las inclemencias del tiempo para completar el recorrido que separa la iglesia de Santiago el Burgo -donde se materializa su culto ordinario- y la Catedral del Salvador. Más de una treintena de participantes se sumaron a la marcha, que estuvo presidida todo el tiempo por las oraciones cantadas por cada uno de los devotos, hasta llegar al mayor templo de la capital zamorana.