Día de reencuentros con los antiguos compañeros. Día de recordar vivencias y anécdotas. Día de emociones para más de 150 personas que ayer se subieron al escenario del Teatro Ramos para bailar y tocar el folclore de la provincia de Zamora, tal y como han hecho durante mucho tiempo. En esta ocasión el motivo era especial, una gala en la que el grupo de coros y danzas Doña Urraca festejaba sus 60 años de existencia.

Sobre el escenario se sucedieron seis generaciones de integrantes, mientras que en el patio de butacas lo ocuparon muchas personas vinculadas a la formación. Es el caso de Juan José Peces, el primer tamborilero. "El grupo se formó en Educación y Descanso para ir a inaugurar el parque sindical de Puerta de Hierro un 1 de mayo y actuamos también en el Santiago Bernabéu en un acto al que acudió hasta Franco". "Son muchas vivencias y muchos recuerdos", dice con emoción al tiempo que añade: "El grupo me la dio a ella". Ella es, Charo Pollo, su esposa desde hace 56 años, quien estuvo en Doña Urraca "cuando éramos unos 20. Solamente bailábamos las mujeres y nos acompañaban el cantor, el dulzainero y el tamboril".

Uno de los primeros varones en danzar fue Ángel Martín quien ahora explica: "Entonces no estaba bien visto que los hombres bailaran e incluso tuve que escuchar ¡mira a ese maricón que baila!, pero a mí me daba igual porque era comentarios de ignorantes". Con el paso de los años reconoce que Doña Urraca le brindó "la oportunidad de tener una vivencias que sino en aquella época nunca hubiera tenido. Nos movimos por toda España, pero tengo la espinita de ir a Noruega un viaje que no pude realizar porque tuve que hacer el servicio militar en África".

Al extranjero también se quedó sin ir por su trabajo Amelia Gutiérrez, quien bailó en las décadas de los 70 y los 80. De sus años en el grupo comparte una anécdota: "En un pueblo a un paisano le debí de caer muy bien porque quería regalarme un cordero vivo e insistía a que lo trajera para Zamora", narra con una sonrisa. Esta mujer ha ensayado los últimos meses junto a otros antiguos integrantes de Doña Urraca para la gala. "Ha sido emocionante juntarnos personas que hacía más de 30 años que nos veíamos y volver a bailar tras tantos años, ha sido todo un reto".

Pilar García Refoyo comenzó con once años porque Rosa Do Barro fue a enseñar a bailar a su colegio. Ella estuvo en los 80 y los 90 bailando y dando clases para ahora asistir a la escuela de Doña Urraca una vez la semana "porque me gusta el baile", una afición inculcada por la que califica como "mi segunda madre", una opinión compartida por muchos de los integrantes del grupo. García Refoyo viajó y sus coetáneos viajaron a Rusia, Alemania, Italia, Francia o Bélgica pero resalta el trabajo de campo que hacían los veranos para recopilar bailes. Antes de la actuación remarca "el orgullo" de que muchos de los que fueron sus alumnos "se acuerden de mí y compartamos escenario".

"Doña Urraca supone una segunda familia para mucha gente porque son muchas horas de convivencia. Viajas con uno o dos responsables, lo que te hace madurar de una manera muy especial y además te hace crear unos vínculos especiales", precisa Lucía Mateos, quien volvió ayer a subirse al escenario tras diez años sin hacerlo. De su pertenencia desde los 90 hasta 2005 menciona cómo siendo una niña fue a un festival internacional en Palma de Mallorca. "Ensayamos durante mucho tiempo los tres bailes y logramos el primer Premio Mundial en categoría Infantil. El sentimiento que experimentamos en esa noche cuando salió nuestro nombre y el de Zamora fue muy especial".

Marcos Rapado quien reside en Londres ha venido a Zamora a la gala porque "había que estar. Se lo debemos a Rosa". Este hombre que tocó la dulzaina y la gaita enfatiza que "el grupo era algo más que bailar. Nos educó de una manera complementaria".