Descubrió la indumentaria tradicional cuando comenzó a impartir clases en el Centro de Adultos de la capital. Desde entonces, se ha vuelto una apasionada de esa moda "que resiste a los siglos". En su baúl particular atesora nada menos que cinco trajes diferentes, todos realizados a mano y aplicando sus conocimientos como experta textil, con sus estudios de maestra de taller. Ángela Álvarez Delgado impartió ayer en el salón de actos del Museo Etnográfico de Castilla y León una conferencia sobre "Los tintes naturales en la indumentaria tradicional de Zamora", dentro de las actividades de clausura del curso 2014-2015 del aula de folclore de La Morana.

-¿Cuáles son las bases para realizar un correcto proceso de tintado?

-Primero hay que conocer los productos naturales, después aprender a utilizar los mordientes, es decir, esa especie de sales que sirven para fijar el color en la lana. El último paso sería el proceso tintoreo en sí.

-¿Dónde hay que remontarse para conocer el uso de los primeros tintes naturales?

-Nada menos que hasta las civilizaciones de los sumerios y de los hititas, aunque los primeros que comenzaron a estudiar las plantas, tanto para teñir como para curar enfermedades, fueron los griegos, como no podía ser de otra manera. Ahí están Hipócrates, en el siglo IV antes de Cristo, Aristóteles un siglo después o el latino Plinio, ya en los primeros años de nuestra era.

-¿Cuáles eran los productos más habituales en esas épocas que se siguen utilizando?

-La púrpura de Tiro era famosa ya desde el siglo XII antes de Cristo. También está el índigo o la cochinilla. Después tenemos productos más cercanos, como la cáscara de cebolla o la rubia, una planta que se puede encontrar en casi todas las huertas, porque en el siglo XVIII se plantó mucho en la provincia. Otra planta muy habitual aquí es la gualda, que da ese color amarillo pajizo tan habitual en la ropa de Carbajales.

-¿Cómo se introdujo en este método tan ancestral?

-Comencé porque yo no tenía un traje popular y un grupo de alumnas me animaron a ello. Tenía claro el que quería, pero con las telas que vendían no podía conseguir esos colores tradicionales, así que como era tejedora y podía teñir yo misma, me animé a ello.

-¿Teñir en casa era algo corriente en otras épocas?

-Era muy habitual, todo el mundo lo hacía, porque los tintes químicos no entraron en el mercado hasta el siglo XIX. En casa se solían teñir las telas que luego se utilizaban, porque a la gente le gustaba ir guapa vestida. Carbajales fue una zona que se distinguió mucho en el bordado también en este sentido. Las mujeres no solían salir a trabajar al campo y se dedicaban más a la labor. De ahí puede venir esa tradición textil, que ha pasado de madres a hijas. De esta manera, el bordado se convirtió en una pasión en un pueblo en el que no había ni carretera para llegar a la capital.

-¿Cuáles son los colores más habituales en la indumentaria de la provincia?

-Sobre todo el amarillo, con la cebolla y la gualda como tintes naturales principales. Después también destaca el rojo con la cochinilla, que se importó de América. Esos son los tonos más característico de esta zona.

-¿Es partidaria de los tintes naturales frente a los artificiales?

-Hoy en día en las etiquetas de las prendas te informan de las fibras, pero no de los tintes. Hace muchos años el color negro se teñía en Alemania y ahora en Bangladesh. Los productos que utilizan deben haber cambiado mucho y para peor. Pero es verdad que, como todo lo natural, los tintes también tienen un deterioro, no duran toda la vida, aunque conservan un valor especial.

-¿Resulta muy caro optar por el tinte natural?

-La verdad es que el tintado es un "guiso" muy fácil, pero requiere mucho tiempo. Y luego es cierto que los productos son caros, por eso los que tenemos más a mano, como las cáscaras de la cebolla, que se puede guardar durante todo el año para utilizarla una vez que se seque, o las plantas a las puertas de casa, son una excelente opción.

-¿Las telas naturales son más sencillas de teñir?

-Por supuesto, porque a la lana de fibra no le entran ni las balas. Tiene que ser lana natural para que los colores vivos rojos, amarillos y verdes sean tan intensos como los que conocemos, sobre todo en la ropa de fiesta, que es a la que se le solía hacer.

-¿Qué valor tiene la indumentaria tradicional zamorana frente a la de otras provincias?

-La de Zamora es muy bonita, variada y además hecha con mucho gusto. Sobre todo las piezas antiguas, aunque después en cuestión de modas el gusto haya cambiado a lo largo de los siglos, aunque en todas se distingue esa elegancia.

-¿La vestimenta folclórica tiene el futuro asegurado?

-Por supuesto, mientras haya personas que tiren por ella. En 25 años las circunstancias pueden cambiar, pero la gente está muy entregada a realizar nuevos trajes.