El primer sorprendido, el barrendero. Cuando llegó, pasadas las 6.00 horas, decidido como cada día a dejar como el jaspe la calle de Grijalba y adyacentes, sus dominios estaban "tomados" por la Guardia Civil. Tuvo que darse la vuelta y ponerse a la faena en otras vías próximas con el susto en el cuerpo, tanta arma y tanto coche policial acordonando la zona. "¿Pero quiénes son?", se preguntaban los vecinos en referencia a los dueños del piso registrado por la Guardia Civil. Alarmados por tanta policía, encapuchada y armada, la discreción presidía cada uno de los comentarios, en voz bajita y de escasa duración.

Los cerca de 40 agentes de la Benemérita, uniformados y de paisano, algunos de ellos armados con metralletas y con el rostro oculto con pasamontañas, vigilaban desde la plaza Grijalba y sus accesos a través la calle Juan Sebastián el Cano para evitar que los ocupantes del piso en el que iban a irrumpir, para coger por sorpresa a sus inquilinos, pudieran huir. Objetivo que, al parecer, lograron, si bien desde la Subdelegación del Gobierno no se ha facilitado ninguna información al respecto, mientras se pedía "cautela" a los medios de información.

Los agentes, llegados desde Madrid en su mayoría, y algunos de la Comandancia de Zamora en apoyo, se presentaron en el lugar antes de que amaneciera. Había que sorprender al sospechoso durmiendo, como así lo lograron ante la sorpresa de los vecinos, que observaron atónitos el movimiento policial "alertados". El despliegue fue de tal magnitud que durante horas se temió que fuera parte de la operación contra el enaltecimiento del terrorismo emprendida en Cataluña, Galicia, País Vasco, Valencia, Castilla y León y Madrid. Hasta media mañana no se descartó que la presencia de tanto guardia civil tuviera relación con la operación Araña 3, relacionada con la humillación a las víctimas de organizaciones terroristas a través de redes sociales.

Y es que los más de diez vehículos, algunos camuflados, de los que descendieron guardias civiles armados, dejaron estupefactos a los vecinos, que se despertaron. La expectación, sin embargo, no era mucha. Los curiosos iban y venían a las inmediaciones de la calle y plaza de Grijalba. Los comentarios iban circulando en pequeños corrillos, que se iban deshaciendo al cabo de pocos minutos. Desde las ventanas, los curiosos seguían los movimientos de los agentes, cuya presencia impresionaba por las armas que portaban. Algunos, apenas una decena de personas, permanecieron durante toda la mañana a la espera de poder ver la cara de quien o quienes resultaran detenidos. Tendrían que esperar hasta las 12.26 horas, cuando dos guardias civiles encapuchados acompañaban al arrestado zamorano, de iniciales J.L.G.D, que no se privó, antes de entrar en el coche patrulla camino de la Comandancia, de hacer "una peineta" a los reporteros gráficos que esperaban para captar la imagen del desenlace del registro. Ni los vecinos ni los cámaras y fotógrafos tuvieron suerte: el apresado abandonó su domicilio con la cabeza cubierta por la capucha de una sudadera negra.

El detenido estuvo asistido por sus abogados desde primera hora de la mañana, permanecieron en el domicilio del zamorano hasta que la policía judicial de la Guardia Civil y los agentes uniformados de Zamora y de Madrid, de la Unidad Especial que investiga este tipo de delitos, se lo llevaron. En el barrio, "no sabemos quiénes son, llevan vivendo unos años solo", comentaban los pocos ciudadanos que presenciaban la insólita escena. La mayoría, personas mayores, del barrio de toda la vida. A las cuatro de la tarde todavía había guardias en la calle.