-Cómo hombre de la cultura, ¿no cree que se podía haber actuado de otra manera durante esta crisis económica?

-Desde luego, la cultura no debe ser el farolillo rojo de las distintas disciplinas. Se habla de lo importante que es la educación o la sanidad que son, sin duda claves. La cultura es la otra pata, una necesidad del ser humano no solo como un elemento de ocio, sino también de reflexión, de formación y también de alimento espiritual. El teatro, el cine, la música? no solo sirven para pasar el rato, sino que es la propia idiosincrasia del ser humano a lo largo de las distintas épocas.

-La cultura, además, no cuesta miles de millones de euros como la sanidad o la educación?

-Efectivamente. Un amigo que trabajaba en Fomento me decía que el presupuesto que nosotros teníamos para el Centro Nacional de Difusión Musical les llegaba a ellos para hacer un solo kilómetro de autovía. Es realmente significativo y mide las magnitudes en las que trabajamos y la comparación que muchas veces el público no entiende.

-Sobre todo, por aquellos kilómetros de autovías donde no pasa un solo coche?

-Así es (ríe), pero ese es otro tema?