Se valió de la religión, del poder que le permitió ejercer su pertenencia a "una especie de secta, el "Cenáculo del Padre Pío", que produjo una suerte de delirio místico" en su víctima, una anciana de Matilla la Seca incapacitada parcialmente desde 1998, con la que vivía y amiga de su familia desde hacía años, para conseguir un aval y adquirir en 2002 una vivienda en Estepa (Sevilla) con hipoteca de 57.700 euros.

La sentencia de la Audiencia Provincial de Zamora, que le acaba de condenar a un año y nueve meses de cárcel, recogerá que el procesado, de iniciales L.G.G., actuó "a sabiendas de que la avalista nunca le reclamaría" nada, dado "el grado de incapacidad" que sufría y "por el alto grado de influencia y sumisión que el acusado ejercía sobre ella", tal y como recoge el escrito de acusación de la Fiscalía.

La estafa se destapó cuando el banco que prestó el dinero al procesado ejecutó la hipoteca sobre el inmueble con el que supuestamente le avaló la anciana -situado en Valladolid y del que tenía solo el usufructo tras ser incapacitada- para resarcirse de una deuda pendiente de 37.377 euros. El 31 de julio de 2007, la Fundación Castellano-Leonesa para la tutela de personas mayores (Fundamay), bajo cuya responsabilidad estaba la anciana (fallecida en julio de 2011), denunció lo ocurrido. Entonces se supo que la sobrina, propietaria de ese piso, nunca autorizó el poder a la tía para que dispusiera de él.

Falsificación y venta

El joven, que falsificó el poder con la firma simulada de la sobrina para obtener el aval, vendió la vivienda de Estepa sin usar los réditos para levantar la carga, actitud que supone una "clara demostración del aprovechamiento en beneficio propio que pretendía" el acusado y que admitió al conformarse con las penas de prisión que exigió la Fiscalía. El condenado por estafa y por el uso de un poder notarial falso para formalizar el aval, tenía "un grado de influencia" tal sobre la anciana y esta tal "sumisión" que conseguía que hiciera lo que "le sugiriese", ya que la mujer era "fácilmente convencible" por él, de hecho, le acompañaba "en multitud de ocasiones para sacar importantes cantidades de dinero del banco".

Tal fue la ascendencia que logró sobre la víctima que no encontró ningún obstáculo para conseguir los 57.700 euros para comprar el inmueble de la localidad sevillana. Hasta allí se desplazó con la mujer el 11 de septiembre de 2002 para formalizar el préstamo, en el que también ella era hipotecante y avalista con el piso de Valladolid, pero que era de su sobrina. Las escrituras se firmaron el día después de que en una notaría de Toro el imputado consiguiera dar validez legal a un poder de la sobrina con su firma falsificada para que la tía dispusiera del piso de Valladolid. En el documento falseado, la sobrina concedía "las más amplias facultades" a la mujer "para gravar, hipotecar o pignorar" el piso, lo que era "imposible", aunque "figure una firma a semejanza de la suya, pero no estampada por ella", porque la sobrina fue quien inició los trámites de incapacidad, según la tesis Fiscalía admitida por el acusado, quien, arrepentido, reconoció haber cometido los delitos de estafa y de uso público de un documento público a sabiendas de que era falso.