Viene de la página anterior

Radiante por el resultado de su primera novela, José María Pérez "Peridis" asume que es "una aprendiz" en la escritura, su "nuevo oficio" tras dar por zanjada su dedicación a la arquitectura. En "Esperando al rey" (Espasa, 2014), Peridis viaja al siglo XII para mostrar su fascinación por "una época luminosa, no oscura". Este martes, el popular presentador de "Las claves del románico" de TVE da a conocer su primera novela en Zamora (Biblioteca Pública, 19.00 horas).

-"Esperando al rey" llega después de la serie de televisión "Las claves del románico" y del ensayo "La luz y el misterio de las catedrales". Supongo que dar el salto a una novela supone un enorme trabajo, esfuerzo mental importante además de un riesgo?

-Efectivamente, todo lo que acabas de decir. Una novela supone palabras mayores. Me animé con "La luz y el misterio de las Catedrales" porque encontré un tono entre libro de viajes con un cariz erudito y casi relatos. Como ya no se hacen series de televisión porque no hay patrocinio, quería contar cómo era la sociedad y los personajes de la Edad Media. A mi modo de ver, que aquella no fue una época oscura en absoluto. Unas gentes que hacen la Catedral de Zamora, la portada de Toro, el pórtico de la Gloria de Santiago? no vivían un tiempo oscuro; sí difícil, pero luminoso en todos los órdenes. Inventaron el romance, el castellano, hicieron hermosísimos poemas?

-¿Por qué ha prendido este erróneo patrón de asociar la oscuridad y el misterio a la Edad Media?

-Porque no se ha estudiado el arte a fondo. La "edad oscura" es una denominación de Petrarca, quien perdió a su amada por culpa de la peste. Es cierto que el siglo XIV fue tremendo por la plaga, las guerras civiles, la persecución de los judíos, los trabajos de las catedrales se frenaron, el cambio climático provocó una enorme sequía y Europa perdió el cuarenta por ciento de su población? Esa centuria sí fue oscura, pero la Edad Media es una época de renacimiento.

-De los muchos siglos que comprende la Edad Media, su novela se centra en el XII. ¿Es más importante la centuria elegida o el personaje principal, Alfonso VIII?

-El siglo es clave: es el momento del maestro Mateo, del monasterio de Silos, de Aguilar de Campoo y de Alfonso VIII, el de las Navas de Tolosa. Nace el monasterio de las Huelgas Reales de Burgos y están a punto de aparecer las primeras catedrales góticas. Es la infancia de nuestra sociedad y el paso de lo rural a lo urbano, con la consolidación de ciudades como Santiago de Compostela, Burgos, Toledo, Zamora, Salamanca? Los estudios generales, las futuras universidades, aparecen en Palencia y, poco después, en Salamanca.

-El título de la novela no hace referencia a la espera del rey Alfonso VIII en un lugar físico, ¿verdad?

-Es una espera distinta, estamos aguardando a que crezca y que el niño se haga rey. Es una época de enfrentamientos tras la división del reino por parte del emperador Alfonso VII entre sus hijos: Sancho muere muy joven y el otro, Fernando, quiere ejercer de tutor del niño y comprobar si llega a mayor.

-Conocemos a Alfonso VIII por la célebre batalla de las Navas de Tolosa en 1212. ¿Qué tiene de particular su niñez?

-El periodo de niñez de Alfonso VIII tiene la particularidad de un reino dividido que no sabe cómo enfrentarse a los almohades. Este imperio supera los reinos de taifas, domina el Magreb y el sur de España. Había cinco reinos cristianos: Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón, que estaban peleados entre sí. Este enfrentamiento por conflictos dinásticos beneficiaba a los beréberes y puso en peligro la reconquista.

-¿Qué protagonismo tienen las mujeres que están detrás del rey en su novela?

-Uno tiene que encontrar un punto de vista ciertamente inédito. Desde mi perspectiva, la luminosidad de la época, las mujeres tenían un papel principal desde la creación, dado que debían tener hijos y asegurar la descendencia del rey. Las mujeres también ejercían de educadoras y, junto con los artistas que plasmaron las batallas en sus obras, son los grandes olvidados y tienen un papel secundario en las novelas históricas.

-Lo que cuenta tiene un cierto aroma a la exitosa serie Isabel, que acaba de terminar. ¿Le parece acertada la comparación? ¿Cree que su novela podría ser llevada a la televisión?

-Claro que se podría llevar a la televisión, porque está narrada en secuencias cortas. Existen tres siglos de diferencia, la protagonista es una mujer y existen una serie de elementos azarosos que llevan al trono a los reyes. El horizonte de Isabel consiste en abrir el mundo a América; el de Alfonso VIII consistía en defender la cristiandad en el momento que se perdía Tierra Santa, con la caída de Jerusalén en manos de Saladino y el lanzamiento de la Tercera Cruzada por el papa.

-El trabajo ha sido recibido con el premio Alfonso X de Novela Histórica, que ha reconocido interesantes libros en los últimos años. Es un estreno como para no creérselo, ¿verdad?

-Fue una enorme alegría. Cuando entré en la Escuela de Arquitectura, fue mi hermano quien me dio la noticia mientras estaba en el Ejército del Aire haciendo la mili. Aquello fue cruzar una barrera. Prácticamente, he acabado mi carrera como arquitecto porque ya no hay trabajos que me puedan compensar y me planteé reconvertirme a la escritura. Este ha sido el primer intento.

-La obra tenía que incluir forzosamente una mirada al arte en el siglo XII, ¿de qué manera ha incluido esa perspectiva?

-Era el fundamento de la novela. El arte se enseña a partir de los maestros y de los estilos, y la historia, por medio de los reyes y las batallas. Yo quería hacerlo todo junto a partir de la vida con sus personajes. No pretendía hacer historia y arte, sino una novela en ese universo.

-Un panorama que conoce bien la Fundación Santa María la Real que usted preside, ¿cuál es el secreto de la institución para que todos los expertos avalen su labor?

-Desde el primer día, hemos hecho las cosas con entusiasmo, profesionalidad y compromiso con nuestra tierra y nuestro legado. Nuestro fundamento es el paisaje, el patrimonio y las personas. Hemos intentado mejorar en estos tres ámbitos poniéndolos en valor e innovando. Unamuno decía que "hasta una ruina podía ser una esperanza". Nosotros hemos querido convertir las ruinas en esperanza, hacerlas productivas y dando a conocer nuestro patrimonio a través de la enciclopedia y la televisión. Acabamos de fusionarnos con la Fundación del Patrimonio de Castilla y León en un momento difícil para dar a luz una institución nueva de ámbito nacional. Nuestro legado no es una carga, sino una seña de identidad.

-Desde la Fundación han vivido muy de cerca los programas de restauración de Zamora, Soria y Norte de Castilla y León. Como arquitecto, ¿qué le parece el criterio actual de intervención?

-El criterio que me gusta consiste en respetar al máximo la obra para que no se note la intervención, aplicando las tecnologías modernas en cuanto a iluminación y señalización.

-En Zamora se ha aplicado el plan de restauración con éxito, ¿conoce bien nuestra ciudad?

-He estado bastantes veces en Zamora, aunque yo soy más de Pisuerga: el eje Aguilar de Campoo y Madrid es el que recorro habitualmente. Rodamos Zamora en "Las claves del románico" como ciudad modelo y una gran historia, un as extraordinario con Toro de un románico con mucha personalidad. Gracias a la democracia, las ciudades son perfectas para vivir. Algunas, como el caso de Valladolid, han destrozado su casco histórico porque han crecido, pero Zamora, Salamanca, Ávila, Palencia o Soria tienen una parte histórica bastante bien conservada.

-Usted es experto en divulgación, ¿cree que el románico de Zamora es suficientemente conocido?

-Se ha hecho un esfuerzo importante en las ciudades que acabo de mencionar, pero a Zamora le falta promoción. Falta imaginación: todas estas ciudades deberían tener su orquesta de cámara, cine fórum, coros de niños y mayores, teatro en la calle, escenificaciones históricas... todo aquello que cree tejido cultural y social. También son importantes los eventos, y ahí la Semana Santa es un hito mundial que refuerza la identidad de Zamora.

-¿Qué tiene el arte románico para que esté más de moda que nunca?

-El románico junta lo sagrado y lo profano; arquitectura, escultura y pintura. Tiene una mirada infantil y ha inspirado a buena parte del arte moderno: Picasso se inspiró en los beatos para pintar el Guernica y los ojos de sus personajes son los de San Vicente de Tahull. Es una mirada a Roma desde la religión y el arte con ojos nuevos, pegada al territorio, sin imperio, global y local.

-En su faceta como dibujante, ¿le resulta especialmente emocionante la época que vivimos?

-Es un momento interesante en el que se exige a los viñetista ingenio para criticar lo caduco e intuir lo nuevo de esta sociedad. No hay mejores viñetas que las de los beatos: ¡Qué bien lo contaban!

-Entonces la gente no sabía leer y, sin embargo, ahora siguen siendo necesarias, ¿no cree?

-Como entonces, vivimos en la era de la imagen. De alguna manera, hemos vuelto al románico. Hemos pasado de un mundo mediterráneo a otro, el de Castilla y León, y finalmente, a la sociedad global de ahora donde las imágenes son lo que más fuerza tienen. ¿Qué circula en los tuits? Mensajes cortos, eslóganes? Y por eso las imágenes son virales.

-¿Qué opina de lo ocurrido en París y del tipo de humor que ha hecho el semanario Charlie Hebdo?

-Unas caricaturas de Jomeini pusieron en peligro a nuestro corresponsal en Irán cuando la revolución. Cuando regresó, me llamó irresponsable. Le pedí perdón, pero me advirtió que él tuvo que responder por ellas y lo detuvieron. No entendemos bien lo que pasa a veces. El viñetista tiene que ser responsable de sus actos, porque a veces no sabemos cuánto podemos ofender. Hay que hacer humor de tu país y de tu cultura. El mundo islámico es iconoclasta, no tiene imágenes. Para ellos, la representación de su dios está prohibida, pero que lo hagan desde otra cultura lo ven como un insulto. Los dibujantes daneses que hicieron las primeras caricaturas no sabían de la repercusión que tendrían. En una época anterior a la globalización, esto no tendría mayor trascendencia. Ahora, cualquier chiste sin importancia de una publicación de 20.000 lectores puede llegar a 300 millones de fieles y lo ven como una ofensa. Quizá no entendemos que lo que hacemos ahora puede ofender a muchas personas. Igual que no podemos hacer chistes del Holocausto, en otros lugares tienen otros tabúes. No hace falta que diga que estamos con las víctimas, contra la masacre.

-¿Cuántas viñetas se le ocurren con lo que se nos avecina: el final del bipartidismo, el ascenso de Podemos??

-Es material altamente combustible, empezando por Grecia. Creo que vamos a vivir, cada vez más, en la incertidumbre. Pasamos de los partidos monolíticos y los dogmas a un mundo más cambiante con la globalización y la información inmediata. La crisis va a ser permanente y debemos a acostumbrarnos a vivir en ella. Ya no hay trabajo para toda la vida, tenemos que cambiar de empleo. Yo lo acabo de hacer, y a mis 73 años, me siento como un aprendiz.