Los cadáveres de la joven de 32 años, Adolfina Puello Sánchez, y de su hija, de 9, Argelys, asesinadas por la pareja sentimental de la mujer, de origen zamorano, Raúl Álvarez Ríos, hallados en un pozo en San Vicente de la Cabeza, permanecen en el Instituto de Medicina Legal de Zamora a expensas del Juzgado de Violencia de Género número 2 de Madrid que investiga el crimen. Los cuerpos de las dos víctimas, que aparecieron atadas de pies y manos y ocultas bajo piedras y hierros, no podrán ser deportados a la República Dominicana hasta que no termine la investigación, al constituir pruebas del delito cometido por Álvarez Ríos, quien confesó haberlas estrangulado la noche del 29 de junio en el piso que habitaban las víctimas en el barrio madrileño de Vallecas. Desde allí las trasladaría la madrugada del 30 hasta la localidad de Aliste, en su vehículo, un volkswagen polo de color gris.

Los cuerpos no podrán ser enterrados fuera de España hasta que concluya la instrucción judicial, es decir, hasta que el juez decida la apertura del juicio oral, en prevención de que se deban tomar nuevas muestras de los restos mortales de ambas, si fuera preciso para acotar alguna de las pruebas tomadas durante la autopsia o alguna otra que exijan las partes personadas en la causa, explican fuentes judiciales.

El avanzado estado de descomposición de los cadáveres tampoco permitiría su traslado sin ser incinerados hasta la República Dominicana, indican esas fuentes, y solo podrá llevarse a cabo la incineración si el juez lo ordena. Por el momento, los restos de Adolfina y Argelys están depositados en las dos únicas cámaras de congelación de que dispone el Instituto de Medicina Legal de Zamora, situadas en las dependencias anejas al cementerio de la capital, donde se encuentra la sala de autopsias en la que se examinaron los cuerpos para determinar las circunstancias de la muerte y descifrar cómo se produjo el fatal desenlace de madre e hija.

Los primeros informes forenses ya se remitieron hace días al Juzgado número 9 de Madrid, que se ha inhibido en favor del de Violencia de Género número 2, dada la relación sentimental existente entre el asesino confeso y la víctima de 32 años, que convierte el crimen en un caso de maltrato.

El imputado, Raúl Álvarez Ríos, al que describen como un hombre frío, impulsivo y celoso, es hijo de un matrimonio zamorano que emigró en los años 60 a Madrid. El padre es de Villardeciervos; y la madre, de San Vicente de la Cabeza, el pueblo en el que el imputado en el doble crimen decidió ocultar los cuerpos en un pozo, en el paraje de la Fondalada del Pozón, a medio kilómetro de la casa familiar, próximo al río y a una vieja cantera.

Adolfina llegó a España hace siete años y se trajo a su hija con ella hace cinco. La última vez que las vieron con vida fue un domingo, el 29 de junio de 2014, horas antes del viaje previsto a la República Dominicana que nunca hicieron después de que la mujer decidiera romper la relación con Raúl, quien confesó el 24 de noviembre el doble crimen, aunque inicialmente dijo haber enterrado los cuerpos en la Dehesa de la Villa de Madrid, donde la Guardia Civil los buscaba al tiempo que en Zamora.