Si el sábado el obispo Gregorio Martínez coronaba la imagen de Nuestra Madre de las Angustias por inspirar la piedad durante seis siglos, la alcaldesa de Zamora Rosa Valdeón premió ayer con la Medalla de Honor del Ayuntamiento a las personas que han trabajado "día a día" durante centurias para hacer de la devoción a la Virgen de San Vicente un referente religioso, popular y sentimental para la ciudad. "Es una medalla para todos los devotos de Nuestra Madre, para todas las personas que aman la Semana Santa por encima de las ideologías", enfatizó Valdeón.

El acto de la entrega de la máxima distinción del Ayuntamiento a la imagen recién coronada puso el broche al esfuerzo de clérigos y miembros de la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias recompensado en la noche del sábado con una larga procesión por el casco histórico de la ciudad. El escenario no podía ser otro que el salón de plenos de la Casa de las Panaderas, donde reside la soberanía local. Los discursos de Rosa Valdeón y de Miguel Ángel Mateos, cronista oficial de la cofradía, y la lectura del acta de concesión del distintivo precedieron la entrega de la medalla a los hermanos en la persona de su presidenta, Isabel García. Tiempo entonces para las fotos de familia de un momento histórico.

Así lo entendió la propia alcaldesa, quien recordó la potestad del obispo de Zamora de conceder la Coronación canónica a Nuestra Madre. Valdeón tomó la palabra en nombre de "todos los zamoranos" para premiar, no a la imagen de forma expresa, sino a los hermanos y devotos que han hecho de Nuestra Madre un referente espiritual, guía de excepción durante siglos, en particular en los momentos menos buenos.

Seis siglos de devoción "hablan de un símbolo de identidad que no excluye a nadie", una medalla para que el esfuerzo realizado "se sienta compensado", trasladó Valdeón a los presentes en el plenario: concejales, autoridades de la Semana Santa y hermanos de Nuestra Madre. El trabajo de los cofrades durante centurias demuestra que "nuestra Semana Santa no es algo improvisado, sino la suma de los sentimientos de muchas personas". Valdeón no quiso olvidarse de los turistas que la cofradía y el conjunto de la Semana Santa traen a la ciudad. "Cuando el turista viene entra a formar parte también de nuestra Semana Santa", aseveró.

La regidora cedió el turno de palabra a Miguel Ángel Mateos, quien justificó en un no breve discurso los méritos de la tradición de Nuestra Madre para recibir la Medalla de Honor. El historiador recuperó los inicios de la devoción instaurada por san Vicente Ferrer en la ciudad hace ahora 602 años para aseverar que la devoción por Nuestra Madre de las Angustias "trasciende" la propia Semana Santa como "sentimiento popular de los zamoranos". Sin querer rivalizar, Mateos citó a la "Señora", también coronada, que ejerce como patrona del Ayuntamiento -en referencia a La Concha- para precisar el matiz "urbano, no solo rural y romero" de la imagen de Las Angustias.

Para Mateos, la concesión de la Medalla de Honor por parte de los zamoranos es "una obligación" hacia la devoción y el reconocimiento a la Virgen que recoge entre sus brazos a Cristo Muerto, símbolo de "los que padecen y los que sufren, a quienes los políticos deben apoyar", enfatizó. La propia Historia de la ciudad es la que obliga a premiar este fenómeno popular y religioso, porque ahí están las raíces y "sin raíces, no hay ciudad", zanjó, emotivo, Mateos, quien llamó a los zamoranos a "perseverar".

La presidenta de la cofradía, Isabel García, recogió la medalla de manos de la alcaldesa en la confianza de que Nuestra Madre de las Angustias "sea la luz que alumbre nuestros días".