La relación de Domenikos Theotokópuli con Zamora es tan breve como enigmática. A la pintura sin paradero conocido que el historiador Juan Bautista Muñoz identificó en el siglo XVIII en el Convento de San Francisco -hoy Fundación Hispanolusa- se suma la rocambolesca historia de "El tránsito de santa María Magdalena", una obra que estuvo a punto de ser destruida en tierras zamoranas hace ahora tres décadas y que hoy forma parte de las exposiciones que conmemoran en Toledo el cuarto centenario del fallecimiento del genio de Creta.

Aquella esmerada pintura podría haber salido del pincel del autor de El entierro del Conde de Orgaz. No fue él, sin embargo, sino su hijo quien sumó una creación más a la llamada Escuela del Greco. En vida del artista griego (entre 1607 y 1609), Jorge Manuel se inspiró en algunos modelos que su padre había inmortalizado en cuadros como Visión del Apocalipsis, Inmaculada Oballe o El bautismo de Cristo para crear el "tránsito" de María Magdalena. El destino: el retablo de la parroquia de esta misma advocación en el municipio madrileño de Titulcia, que entonces se denominaba Bayona de Tajuña y no pertenecía a la comunidad de Madrid, sino a la provincia de Segovia. De aquello hace algo más de cuatro siglos.

El infortunio pudo haber acabado con aquel Greco. Todavía hoy se desconoce el día exacto que fue robada la pintura la semana del 28 de octubre al 4 de noviembre del año 1984 junto a una obra de menor valía. La parroquia de Titulcia carecía de sistema de alarma alguno, lo que facilitó su desaparición.

El párroco, Luis Manuel Moral, no vivía en Titulcia, sino en Madrid, donde daba clases. Al ofrecer una misa se dio cuenta de la ausencia de aquella excepcional pintura, que presentaba a una María Magdalena desnuda ascendiendo a los cielos. Además, se trataba de la única pieza original que aún permanecía en el retablo de la parroquia, dado que los otros cinco habían ido desapareciendo para formar parte de alguna ignota colección particular. Solo se salvó -junto al Tránsito de María Magdalena- la escena Noli me tangere, que fue rescatado de manos privadas en Londres para ser expuesto en el museo Lázaro Galdeano de Madrid.

Nueve días después de desaparecer, las dos pinturas, enrolladas y en un estado deplorable, aparecieron abandonados en una zona de obras en las proximidades de Benavente. ¿Por qué se arrepintieron los ladrones?

Mucho tuvo que ver la policía, que montó en la provincia un importante despliegue policial el mismo día que aparecieron los cuadros. Es de suponer que los cacos cedieron a la presión y prefirieron deshacerse de un botín que ya les quemaba entre las manos.

En efecto, la policía halló los lienzos en un triste estado, mojados y muy deteriorados. Sin perder un minuto, fueron entregados al alcalde de la localidad de Titulcia, Delfín Corral, quien los depositó en la casa cuartel de la Guardia Civil de Ciempozuelos, donde permanecieron hasta un año más tarde, 1985.

Sin medidas de protección permanecieron en una mesa durante ese tránsito hasta que el diputado del Grupo Popular de la Asamblea de Madrid, Juan Antonio Cánovas del Castillo presentó una propuesta para que fuera que el Greco perdido en tierras benaventanas fuera enviado al Instituto de Obras de Arte, órgano de la Dirección General de Bellas Artes, donde finalmente fue restaurado.

Los técnicos de Bellas Artes destacaron los "graves daños" sufridos por el último lienzo del retablo de Titulcia. Efectivamente, enrollado, tirado y mojado, el cuadro que el antiguo municipio segoviano encargó a Jorge Manuel Theotokópuli distaba de haber permanecido en la sala de un museo.

Aquella María Magdalena en tránsito hacia los cielos pudo sufrir el mismo destino que las miles de piezas de arte expoliadas a lo largo del siglo XX, aunque el paso atrás de los ladrones permite ahora disfrutar de la obra del taller del Greco en plenitud en el Museo del Greco, donde permanece durante dos meses, para volver al sitio que jamás debió abandonar.