«Looks. Veinticinco años fotografiando moda» es la exposición que hasta el próximo 5 de octubre acoge el Museo Etnográfico de Castilla y León. Su autor, Manuel Outumuro, asistió ayer a la inauguración y se mostró como un cronista de la indumentaria de las últimas décadas, como así se demuestra en su trabajo, reflejado en las más prestigiosas revistas de moda.

-¿Qué se siente al ver esta retrospectiva de su carrera reunida en una exposición-

-Primero pensé si de verdad merecía una retrospectiva y que si así era podría significar que me querían retirar. También temía el exponerme en algo que nunca he pretendido, porque yo hago fotografía de moda para revistas y para clientes. Pero al estar enfocado por mi faceta de cronista de la indumentaria de una época, vi que eso sí lo podía hacer con mi archivo, que tiene más de diez negativos que reflejan la moda de este cambio de siglo.

-Cuando comenzó de casualidad en 1990 en el mundo de la fotografía, ¿pensó que podría tener delante de su cámara a tal cantidad de gente famosa-

-Nunca. Ha sido una producción desbocada y nunca pensé cuando hice mi primera sesión casi casual que podría tener acceso a fotografiar a toda esta gente, estar tan cerca de ellos y aprender tantas cosas como he aprendido, aunque solo hayamos compartido un día. Ha sido un enorme placer tener este trabajo, hacer lo que más te gusta y además poder compartirlo con tanta gente interesante y con tanto talento.

-¿Podría definir el estilo de su fotografía-

-Cuando me lo preguntaban antes decía que no me interesaba definirla, pero ahora, viendo la exposición, con mis obras copiadas y editadas, todas juntas, es diferente. Se puede decir que hay un cierto clasicismo renovado. Ahora es muy fácil caer, sobre todo la gente joven que empieza, en la tendencia de modelos retorcidas en poses raras o imágenes muy quemadas. Hay que mantenerse fiel a tu propio discurso y ser consciente de lo que estás haciendo. El estilo de cada uno sale con el trabajo del día a día, sin pensar en él.

-¿Con quién se ha sentido tan cómodo trabajando que ha llegado a repetir-

-Con Penélope Cruz. En esta exposición hay cuatro fotos suyas, pero podría haber cuatrocientas. De hecho, se llevó un gran «book» a Hollywood con fotografías mías en el momento en el que decidió dar el salto. Con la mayoría de las actrices con las que he trabajado he tenido buena relación y quizá quien me descubrió cómo fotografiar actrices fue Carmen Maura. Hasta entonces las trataba como modelos.

-¿Tiene más complicación retratar a un actor-

-Se tienen que sentir cómodos, porque he comprobado que a los actores la cámara fotográfica les agrede más que la cámara de rodaje. Allí son alguien y se basan en el guión y tienen que hacer algo muy concreto y con unas órdenes muy estipuladas, pero una cámara fotográfica les deja en un terreno de nadie. Por ejemplo, en el caso de Penélope Cruz no le importa, porque le gusta, pero hay otros que se sienten muy incómodos en las sesiones, como es el caso del propio Javier Bardem. Con el tiempo, descubres que tienes que utilizar otros parámetros y otra forma de trabajar con un actor. Cuando le das un guión, como en el caso de una serie de fotografías que tengo en la exposición donde representan escenas de películas míticas, si se lo pides, hasta te lloran. Estos papales los bordan y vienen a la sesión con otra disposición.

-En ese sentido, ¿los modelos son más dóciles-

-Son una percha acostumbrada a enfrentarse a la nada, pero dentro de eso tienen que tener su talento. Como dice Martina Klein, todo el mundo piensa que ser rubia y modelo es sinónimo de tonta y no es así. Las listas con talento trabajan más, porque chicas guapas hay cien mil y algunas mucho más que las que hacen carrera, pero es ahí donde entra el talento, el darle al fotógrafo cosas inesperadas, el entender lo que se le pide y subir un poco más arriba. Esa es la que trabaja, como el caso de Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Gisele Bündchen o Amber Valleta, que se han creado una trayectoria.

-De esta lista tan amplia, ¿alguien se le ha resistido a ponerse delante de su objetivo-

-De las grandes clásicas está Linda Evangelista, me hubiera gustado mucho tenerla delante de la cámara. De las modelos actuales me gusta mucho Cara Delevingne, la encuentro con un rostro que refleja muy bien la época de este momento.

-¿Se atrevería usted a posar como sus modelos-

-Cuando no hacía fotos no me importaba tanto, igual que cuando iba de vacaciones siempre me llevaba la cámara a todas partes. Ahora mismo estoy deseando descansar para dejarla en casa y he asumido que mi puesto está detrás y el ponerme delante incluso a veces me llega a molestar.

-¿Le gusta subrayar la elegancia en sus fotografías, hasta exagerarla en ocasiones-

-Tiendo a ello, mi fotografía es un poco impostada, con puesta en escena. No me gusta el momento «robado», soy más de estar dos o tres horas en el estudio. Intentar una fotografía que parezca que se ha realizado con el móvil es sencillo de hacer y lo que se lleva ahora, sobre todo en la estética de la publicidad, que parezca que no esté preparado, que sea natural. Esta corriente estética pasará y a mí no me gusta, prefiero que el modelo mire a la cámara y sepa que está siendo retratado. Hay una cierta puesta en escena y hasta nobleza y prestancia. El momento «robado» lo dejo para el álbum familiar, al que también le veo su encanto, pero más para tus recuerdos familiares.

-¿Por eso nunca le ha llamado la atención la fotografía de la realidad, de personajes anónimos-

-Tengo retratos de personajes anónimos que me fascinan por algún gesto o actitud, pero no los hago en su medio, los descontextualizo y los llevo a mi terreno. Eso lo hizo muy bien Richard Avedon, con una serie de retratos de la América profunda, que aunque los hacía en las aldeas parecían llevados al estudio. Eso para mí son grandes retratos, una verdadera crónica social que yo no hago.

-¿Es más de blanco y negro o de color-

-Me es indiferente, pero es verdad que a partir de la exposición he descubierto que tenía mucho blanco y negro. En los noventa me costaba colocar reportajes en blanco y negro en las revistas y ahora me pasa igual.

-¿Echa de menos lo analógico-

-Me costó mucho pasar a lo digital, pero ahora mismo no volvería a ello, sobre todo por comodidad.