Un reportaje sobre la situación de los galgos que se usan para la caza de la liebre despertó la curiosidad de la joven directora Irene Blánquez, que se lanzó a grabar su primer documental. Tras dos años de trabajo ya está girando por España, (mañana llega a Zamora como segunda ciudad tras su estreno en Barcelona) y ha sido galardonado en el Festival de Cine de Pamplona con el premio Educatif Sensibilización 2013.

-¿Cómo se acercó a la realidad de los galgos cazadores de liebres?

-Fue de una forma bastante casual: leyendo un artículo en una revista sobre la labor que hace la ONG SOS Galgos. Me impactaron mucho las palabras de la presidente y me decidí a llamarla. Yo tenía ganas de hacer mi primer documental, pero estaba esperando para sentir un tema y me di cuenta enseguida que era ese el que estaba esperando. Ese reportaje me abrió los ojos, porque yo no tenía ni idea de la situación de estos animales.

-¿Fue complicado conseguir el punto de vista de los galgueros y las imágenes de cómo los entrenan?

-No, porque no consideran que eso esté mal. Para ellos no es maltrato ni explotación y tenían ganas de defender su punto de vista, lo viven de una manera natural. Yo me acerqué a ellos para un documental que va a hablar sobre el galgo, sobre todo lo que le rodea, y el punto de vista de la caza de la liebre es una de las realidades a las que se enfrentan. Nunca quise darle un punto de vista activista, quise ser neutral. Yo me preparaba las preguntas para cada entrevista y los galgueros, como los miembros de las ONG, las contestaban. No he intentado que sea sensacionalista, si no contar lo que sucede con los galgos.

-Son duras las imágenes en los que entrenan a los galgos atados a un vehículo a motor, ¿ha sufrido durante la elaboración del documental al ver la realidad de las vidas de estos animales?

-Fue duro el rodaje. De hecho el día de esa escena estuve un poco tocada, me sentía un poco cómplice, porque lo había rodado y no lo había detenido, pero luego pensé que esas imágenes iban a ayudar a ilustrar la relación entre los galgos y el galguero, lo que ellos creen que está bien que pueden hacer con ellos. Para los cazadores ese entrenamiento es positivo, porque los perros van con los pulmones bien abiertos y están preparados para correr como se espera. Ellos aportan su visión.

-¿Estos cazadores quieren a sus perros?

-Creo que no, porque no los consideran como iguales, los usan para su entretenimiento, pero no para que les hagan compañía. La interacción de comunicación y empatía no existe, los ven si acaso como campeones o sienten orgullo por ellos, pero no por su carácter cariñoso, sino por sus aptitudes para la caza. Saben que los van a abandonar cuando no sean útiles y no sé si saben quererlos como compañeros.

-¿Cuál ha sido la parte más dura del trabajo?

-Sin duda la escena del entrenamiento con los perros atados, además de la realidad en sí. Descubrir un mundo que ves con tus propios ojos, los galgos en la calle, famélicos, abandonados, las perreras llenas de estos animales? Hay gente que no lo quiere ver, pero la realidad está ahí.

-¿Y lo más satisfactorio?

-Mil cosas. A nivel personal es un reto, un sueño y además que esté funcionando tan bien es toda una sorpresa. Por otro lado considero el documental una muy buena herramienta para poder ayudar a los galgos, que las ONG se vean identificadas, tanto SOS Galgos como el resto de agrupaciones que hacen la misma labor. Y de los más satisfactorio es ver cómo la gente se ha volcado para ayudarme. Empecé sola, con mi cámara y mi equipo de sonido, y poco a poco mucha gente se ha ido sumando por el camino. Me llamaban para saber qué podían hacer para que se proyectara en su pueblo? La respuesta social ha sido lo más bonito de todo. Además de darme cuenta de que hay mucha gente a la que le importa lo que le pase a los galgos, ha sido todo un descubrimiento.

-¿Cuándo termina su edad útil para los cazadores?

-Cuando llegan a los tres o cuatro años ya no les valen. Entonces no se los quedan, no lo entienden así, y los abandonan.

-¿Algún galguero ha visto el documental y le ha trasmitido su sensación?

-De momento no. De todos modos yo no he intentado ridiculizar el colectivo, porque para ellos no hay nada malo en lo que hacen.

-Había programados cuatro pases en Barcelona que se tuvieron que aumentar a seis por la gran afluencia de público. ¿Esperaba este éxito?

-Para nada, estoy muy sorprendida. Ahora el documental empieza a viajar tras su visionado en Barcelona. A Zamora va mañana, y en Madrid se verá el 15 de enero. La experiencia social es lo que más me gusta de este proyecto.

-¿Por qué «Febrero» para titular el documental?

-Febrero hace hincapié en el mes más cruel, en el que se acaba la temporada de caza de la liebre y comienza la impunidad total al abandono de los animales. Lo sufren todo el año, pero en ese mes se recrudece el problema porque se acaba una determinada práctica.

-Precisamente febrero está a la vuelta de la esquina. ¿Cree que el trabajo que ha realizado ayudará a que sea un mes menos dramático para estos animales que en campañas anteriores?

-Seguro que sí, a un nivel o a otro. Porque no solo llega a toda la gente que va al cine o que se interesa por que llegue a su pueblo. Se escriben reportajes, entrevistas como esta, etc.

-¿Tiene algún galgo como animal de compañía?

-Una galguita, Perla, la conocí en el rodaje, me enamoré de ella y la adopté. Ahora tengo dos perritos y he de decir que un galgo es un lujo. Invito a todo el mundo a que tenga uno, porque son dormilones y comodones, duermen 16 horas al día y no solo sirven para correr, como parece que cala en la sociedad. Son muy divertidos cuando el miedo no les bloquea.