Diez veterinarios colegiados en Zamora han dejado el país para trabajar en el extranjero, «la cifra más alta en los últimos años, pero no existe un alto desempleo en el gremio», indicó ayer el presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Zamora, Victorio Lobo Carnero, con motivo de los actos de celebración del patrón del gremio, San Francisco de Asís.

El presidente del organismo precisó que a finales de los 90 «también emigraron compañeros a Inglaterra». En este caso el destino de los veterinarios ha sido Gran Bretaña, Emiratos Árabes Unidos o Canadá. «Los profesionales españoles somos reconocidos en el extranjero, pese a que nos falta una homologación en la que en estos momento está trabajando el Consejo General». Para lograr esa equiparación los colegiados, «tendrán que pasar una prueba teórica y otra práctica». Dentro de la puntuación que se dará «se tendrá en cuenta la experiencia, los congresos y los cursos así como la nota de los exámenes», adelantó Lobo que recordó que en estos momentos hay 360 colegiados, con una edad media de 40 años.

El Colegio de Veterinarios de Zamora dio ayer a conocer el fallo de los premios que anualmente convoca el organismo en colaboración con Caja Rural de Zamora. En esta ocasión el jurado no ha entregado ningún primer premio porque los trabajos presentados incumplían las bases del galardón, pero sí han otorgado dos accésit. El comité «ha considerado que los trabajos presentados eran buenos, pero no se ajustaban a las normas que obligan a que sean investigaciones ligadas a Zamora y que sea un material inédito, por lo que no les hemos podido dar un premio. No obstante, dada su calidad no hemos querido dejar el concurso desierto y entregamos dos accésit», señala Victoriano Lobo.

Los trabajos que han logrado ese reconocimiento han correspondieron a «Identificación de aislados del género brachyspira de ganado porcino de España y Portugal», presentado por el veterinario Jesús María Osorio Argüello, ausente en el acto del colegio, quien ha profundizado en «una bacteria que afecta al intestino de los cerdos, produce diarreas y necrosis del intestino e incluso llega a producir la muerte si no se trata a tiempo», indican desde el organismo profesional que realizará en los próximos meses una formación sobre normativa jurídica.

La otra investigación galardonada corresponde a «Modelización de parámetros zootécnicos y medioambientales de una granja de vacuno lechero a través de criterios eco-eficientes: ACVs y huella de carbono», un ámbito en el que ha profundizado el veterinario Daniel José Bartolomé Rodríguez. Este profesional ha estudiado el impacto medioambiental de producir un litro de leche. «Se trata de un estudio preliminar» pero la huella de carbono del vacuno, en concreto de raza frisona, es de «800 gramos de dióxido de carbono por litro de leche, cifra que frente a otro rumiante como la oveja es poco, dado que el litro de leche de ovino supone alrededor de 1200 gramos de dióxido de carbono», indicó el premiado que para calcular el valor ha tenido en cuenta, entre otros muchos parámetros, la alimentación, el transporte de las materias primas que ingiere el animal, los purines que genera e incluso la eficiencia energética de la granja. «El porcentaje de emisiones se puede bajar y hay manuales que se están publicando sobre buenas prácticas para mitigar el valor a fin de que la producción de leche sea lo más sostenible posible», subrayó Daniel José Bartolomé Rodríguez.

Respecto a la nueva normativa de la Unión Europea que permite dejar los restos de animales en lugares controlados, siempre con previa autorización, Victorio Lobo Carnero, a título particular, estima que «deberían depositarse donde haya muchas explotaciones ganaderas». «Hay que preocuparse más por la cercanía del agricultor al punto que de los necrófagos». «Todavía no se ha hecho ningún estudio, pero hay que tener muy presente la cercanía con las naves de ganadería por los costes del desplazamiento» al tiempo que restó importancia a la muerte de ciervos en la reserva de caza de La Sierra de La Culebra. «Todavía no sabemos el motivo exacto, pero es algo normal en la evolución de la vida salvaje».