La decisión de enviar a los hijos a una academia para ayudarles con esas asignaturas que no terminan de aprobar, cada vez cuesta más.

Los centros de formación y apoyo educativo de Zamora están bastante afectados por la crisis y especialmente por el negocio paralelo que se hace de la educación particular. Pese a esto, estos negocios luchan por mantenerse en el sector, ofreciendo la mejor enseñanza que pueden a precios reducidos.

Una de estas academias es la de David Campo, responsable de «Clases David». Este zamorano tiene claro que la gran problemática en este negocio es que «desde hace tiempo hay mucha gente que, por encontrarse en paro o por sacar un dinero extra, decide dar clases en su casa». Para David, esto obliga a negocios como el suyo a «ofrecer la máxima calidad sin poder subir los precios». La competencia que suponen estos particulares afecta gravemente al sector y es muy difícil de aplacar para los negocios, ya que «las academias tenemos que pagar una serie de gastos obligatorios como el alquiler del local o la Seguridad Social» que no realizan las personas que dan clases en su casa y que «les permite establecer precios muy bajos por clase que nosotros no podemos permitirnos».

El precio medio por hora de una academia ronda los 5,5 euros, mientras que un particular suele cobrar sobre unos 3 euros. Esta diferencia de coste hace que la preferencia de quién contrata estos servicios se decante hacia las personas que dan clase en su casa, lo cual supone para David «unas pérdidas de hasta el 30% en alumnos».

Pese a la complicada situación de las academias, Mercedes Notario, dueña de «Onsurbe Ciencias», decidió embarcarse en un proyecto de negocio dentro de este sector desde noviembre. Mercedes era una de estas personas que «con 20 años daba clase mientras terminaba mi carrera, para sacar algo de dinero», pero al pasar el tiempo y ver que esta era su verdadera vocación optó por «dar estabilidad a lo que hacía en casa porque la edad no es la misma y quería que fuera algo serio». Pese a haber comenzado dando clase en su casa, Mercedes es consciente del «daño que se le hace al sector con estas practicas, pero también entiende la situación de quién tiene que tiene que ganar dinero así».

Aun así, esta ingeniera de obra civil advierte de los problemas que pueden darse cuando se opta por la enseñanza en domicilios. Esta opina que las academias «ayudan a profundizar y dedicarle el trabajo necesario a asignaturas complejas, que por falta de tiempo en los institutos no se desglosan y analizan lo suficiente y muchas veces hace que los niños no las entiendan y tengan problemas para aprobarlas». Por ello, defiende que «aunque no es algo generalizado», en ocasiones las personas que ofertan estos servicios «no tienen la preparación idónea para dar clase a este nivel de análisis y preparación, que sí tienen las academias y esto puede ser muy negativo para los alumnos».

La solución que encuentran estos dos negocios para contrarrestar esta competencia es ofrecer una atención completamente personalizada, con horarios muy flexibles, con gran preparación del profesorado y que estudian el caso de cada alumno para adaptarse a su situación económica y de aprendizaje. Mercedes, por ejemplo, explica que «cuando llega un niño nuevo a la academia, está un par de días en clase, a modo de prueba». De esta manera, ella posteriormente valora «cuanto apoyo necesita y en qué asignaturas y llego a un acuerdo económico con los padres en base a lo que se pueden gastar en las clases».

La estacionalidad es otro de los problemas con los que tienen que lidiar las academias. «Antes del Plan Bolonia, en verano teníamos bastantes personas preparando las asignaturas que habían dejado pendientes para septiembre, pero ahora apenas tenemos alumnos durante estos meses porque han tenido todos los exámenes en el mes de julio», narra David. Por su parte Mercedes, más especializada en alumnos de Educación Secundaria Obligatoria, también nota el descenso de alumnos pero reconoce que «los que están viniendo lo hacen durante muchas más horas que en el invierno».