Ni están perdidas, ni tiradas en el exterior de ningún almacén de mala manera, ni las ha robado nadie. Las columnas del antiguo convento de San Jerónimo que servían de elemento ornamental en los jardines del Castillo nunca salieron de ese espacio tras su remodelación. «Cada una de las columnas, doce, se documentó, se paletizaron y permanecieron allí durante las obras. Después se estudió la ubicación más adecuada, y se pueden ver, en dos grupos de seis, en lateral de uno de los caminos», explica Francisco Javier González. El Ayuntamiento, indica, recurrió al consejo del arquitecto Francisco Somoza, responsable de las obras, para estudiar la mejor ubicación posible a estos elementos procedentes de un importante edificio histórico de la ciudad.

En estos momentos la zona cuenta con un buen número de columnas procedentes de los claustros bajo y alto del desaparecido convento de San Francisco. Están las diez que forman un lateral del la plaza de la Catedral, que no se movieron de sitio durante las obras. También las doce, de menor tamaño, que se trasladaron de la zona donde hubo una fuente hasta uno de los caminos de los jardines, donde forman una suerte de paseo en dos tandas de seis. Y finalmente, en el paseo que parte de la portada precisamente traída de San Jerónimo a los jardines del Castillo, se han colocado otras dos columnas, de las grandes, que se encontraban en la rotonda de Trascastillo, y que se trasladaron de lugar debido a las obras de construcción de la rotonda de acceso al nuevo puente urbano sobre el río Duero.

Francisco Javier González quiere dejar claro ante la opinión pública que el Ayuntamiento es sumamente cuidadoso con los elementos con valor histórico artístico y también se ocupó especialmente de controlar hasta el más mínimo detalle de las obras de los jardines del Castillo. Por ejemplo, se abrió una ficha para gestionar el destino de cada uno de los árboles que se trasladó del lugar: algunos se quedaron reubicados en los jardines, mientras otros se replantaron en otros puntos de la ciudad, como la Urbanización Siglo XXI. Lo mismo se hizo con los bancos de piedra, también distribuidos por otros puntos de la ciudad, y por supuesto con restos de valor histórico como pueden ser las columnas de San Jerónimo.

«Todo está absolutamente documentado y controlado», explica el concejal. Incluidas unas balas de catapulta de piedra que, esas sí, se trasladaron a los almacenes municipales, donde están perfectamente acondicionadas.