Fue la primera trabajadora de la adjudicataria Seralia que sufrió las consecuencias del recorte de plantilla. A Luisa Vidal le pusieron «de patitas en la calle porque no estaba en mi puesto de trabajo, lo cual es una gran mentira y tengo de testigos a padres, profesores y alumnos», lamenta. Ocurrió el 5 de diciembre y, desde entonces, «ni me han indemnizado siquiera, y de verdad que es más por orgullo y dignidad que por dinero». La indemnización que le corresponde apenas alcanza los 500 euros, «que se lo gasten en aspirinas por los dolores de cabeza», expresa. Vidal cubría desde el pasado mes de marzo una baja «y después de mí despidieron a siete», las que posteriormente readmitieron, «pero a mí no, por estar en una sustitución, a pesar de que la chica que suplía sigue de baja».

La primera afectada por la criba de Seralia trabajaba en el colegio público Juan XXIII, «donde han despedido a la otra compañera también», narraba ayer Luisa Vidal durante la concentración protagonizada ayer frente al Ayuntamiento.

La zamorana ya ha tomado medidas «por despido improcedente, con un recurso que esperamos que prospere». A sus 48 años, está casada y tiene a su cargo dos hijos y una abuela. Su marido, por suerte, «tiene trabajo en la agricultura», expone. Antes del despido, «cobraba 285 euros por tres horas diarias, aunque los sueldos del resto también son bajos, ninguna llega a 900 euros».

En la Plaza de La Marina

Las trabajadoras protagonizarán hoy una manifestación a las 11.00 desde La Marina hasta el Ayuntamiento para informar sobre «nuestra lucha». Las empleadas exponen que «las medidas de ajuste que ha presentado la empresa consisten en reducciones de hasta el 40% de la jornada y la amortización de puestos de trabajo, con despidos a dos compañeras», explican las trabajadoras en un pasquín informativo. Tras el fracaso de las negociaciones y los despidos, «hemos decidido ir a la huelga para defender nuestros derechos, ya de por sí precarios, y luchar por la reincorporación de las compañeras despedidas».

Apoyo y solidaridad

La plantilla pide a la sociedad zamorana «su apoyo y solidaridad» y solicitan « comprensión por las posibles molestias que les pueda ocasionar nuestra lucha». La batalla que ahora afrontan las trabajadoras persigue «el derecho a un servicio público de calidad y la profesionalidad que merecen colegios y dependencias municipales».