«Empecé mi vida profesional con el Ramos Carrión y espero no jubilarme con él», ironiza Ángel Fernández Poyo, orgulloso de participar junto a Juan González Mariscal y José Morales en un proyecto que «genera ciudad» en un eje capital para el casco histórico. El diseñador zamorano está «encantado» con el aspecto exterior y defiende que el patio de butacas es «un lujo» para la ciudad por su reducida proporción. Del resto de dependencias, el arquitecto destaca la plaza trasera que mira al Duero y la espléndida sala de exposiciones con acceso independiente desde la calle Alfonso XII.

-¿Qué queda en las actuales obras de la concepción original que tenían en la cabeza a mediados de los años noventa?

-Todo a pesar de los cinco modificados que se han aplicado sobre la marcha y al cambio del revestimiento exterior.

-¿Por qué plantearon aquella modificación?

-Propusimos un material llamado «u-glass» como sustituto de la piedra proyectada. Pretendíamos colocar estas piezas de cristal en forma de «u», pero vimos cómo el año anterior se habían producido las mayores rachas de viento registradas. Existía un alto riesgo de que se partieran en trozos y el inmueble podría hacer también el llamado «efecto flauta», que sonara mucho con el tiempo. El vidrio actual ha solucionado este problema.

-Estamos en el año clave del Ramos Carrión, ¿en qué momento se encuentran las obras?

-La obra de edificación está terminada y queda pendiente el pabellón de entrada con el conocido problema de las taquillas mientras que la plaza trasera está a expensas de ser autorizada por la Comisión de Patrimonio.

-Habla de la plaza trasera, quizá la parte más desconocida por los ciudadanos, ¿será lo que más sorprenda a los zamoranos?

-Ya está sorprendiendo a la gente que lo visita. Es una «plaza mirador al Duero», tal y como se denomina en el proyecto, de la que nos sentimos especialmente orgullosos. Hablar ahora de las márgenes del Duero es muy sencillo, pero hace quince años el río era un espacio residual de la ciudad. Ideamos un planteamiento transversal del teatro Ramos Carrión para llegar a un edificio inacabado, cerrado y al mismo tiempo abierto hacia la zona de atrás.

-¿Qué aporta a la ciudad?

-Es de los pocos proyectos urbanos que organiza y crea ciudad, un aspecto muy necesario en el casco histórico. Las formas generan una especie de anfiteatro que permite volcarse hacia un pequeño guiñol.

-¿Qué grado de uso tendrá esta nueva plaza? ¿Será un espacio abierto?

-Es un espacio privado cerrado por una puerta y su uso dependerá de la Diputación. Lo lógico es que esté abierto durante el día como una plaza más para el disfrute de los zamoranos y de los turistas. En verano creará esa especie de teatro con una tramoya generada por el vuelo del edificio con las mismas dimensiones que tiene el escenario.

-El nuevo perfil del casco histórico desde la margen izquierda ha generado opiniones encontradas, ¿cómo lo ve?

-Cualquier arquitecto le dirá lo mismo. A nosotros nos encanta el edificio desde el planteamiento inicial, el mismo que los ciudadanos pueden percibir ahora. Es perfecto en una de las pocas ciudades que tiene fachada, la silueta que se percibe al llegar desde Salamanca.

-¿Cómo el caso de Toledo?

-Efectivamente, o como las casas colgadas de Cuenca. En cuanto al «Ramos», entendemos que ese volumen se integra perfectamente en la ciudad y da un golpe de aire fresco al casco histórico.

-A las personas que lo han visto les llama la atención el reducido tamaño del patio de butacas en comparación con el volumen total del edificio, ¿cómo explican este aspecto?

-Con las butacas actuales el teatro no se va a llenar. Las dimensiones son un lujo para Zamora. ¿Debemos hacer una autovía a Valladolid con tres carriles porque dos o tres veces al año haya muchos coches? La proporción y el tamaño que tiene son ideales para Zamora y, además, favorecen la acústica. Por otro lado, si comparamos el ratio entre habitantes y butacas resultará superior a muchos teatros de grandes ciudades.

-¿Cómo definiría la estética interior del teatro para que la gente que no lo ha visto se haga una idea?

-Tiene el color de la madera con perfiles de metacrilato pensados en la acústica. Hemos mezclado tonos blancos y naturales en la madera de la sala, mientras que el resto de espacios son blancos para dar esa calidez que ofrece la entrada de luz.

-A decir de los propios grupos de teatro, el escenario es inmenso?

-La caja escénica es la misma de los grandes teatros para poder celebrar cualquier tipo de espectáculo. El volumen fue admitido por Patrimonio, precisamente, porque era una condición indispensable para que hubiera un teatro de verdad.

-¿Es el mismo que tiene el Liceo?

-Es mejor que el escenario del Liceo y peor que el que venga detrás porque la tecnología avanza de una forma muy rápida.

-Quienes conocen el edificio interior han coincidido en señalar la sala de exposiciones como una de las grandes zonas del «Ramos»?

-La sala de exposiciones fue uno de los principales argumentos del proyecto que presentamos al concurso de ideas. Como ya se ha dicho, pretendíamos reflejar el cielo de nubes de los Campos de Castilla que relata Machado, con un efecto de sombras. Para mí es el espacio más atractivo e interesante del teatro. En definitiva, hemos mantenido la piel exterior y hemos hecho un centro completamente nuevo.

-Los zamoranos ya conocen desde hace tiempo el aspecto exterior, con las formas modernistas de principios del siglo XX y el revestimiento de vanguardia que otorga el cristal. ¿Cómo lo percibe?

-En realidad, utilizar el cristal no es algo tan moderno. El efecto exterior es el pretendido y se ha enriquecido el exterior.

-Cualquier inversión es rentable si se utiliza y viceversa. ¿Cree que el teatro va a usarse continuamente?

-El teatro enriquecerá el eje urbano de la ciudad que ya ha ganado mucho con edificios como el Etnográfico o el Consejo Consultivo. Habrá una nueva calle que da a una nueva plaza, en el interior tenemos un teatro que no había y una sala de exposiciones con acceso independiente por la calle Alfonso XII y las nuevas salas darán la oportunidad de celebrar pequeños congresos. El proyecto regenera y crea ciudad.

-¿Qué supone para un arquitecto zamorano aportar su granito de arena a un edificio que será protagonista las próximas décadas?

-Para mí es un orgullo participar. Estás en la profesión porque te apasiona y esperas que la ciudad acepte este edificio. Personalmente, he ganado muchísimo durante estos diez años y ahora soy otro arquitecto.

-¿Le ha dado algún disgusto?

-El hecho de que haya varias administraciones implicadas frena el desarrollo del proyecto y todo se complica en un edificio tan grande. Aun así, no puedo hablar de disgustos sino de complicaciones que se van resolviendo.

-Un espaldarazo en el ámbito profesional, imagino.

-Humildemente, te ayuda a seguir trabajando más, tienes la experiencia y el haber visto de cerca en la gestación de un gran edificio. La ilusión de hacer otro proyecto de este tipo te obliga a seguir trabajando y concursando.

San Vitero, 1968

Es licenciado en Arquitectura por la Universidad de Sevilla. Juan González Mariscal y José Morales fueron sus maestros «y lo seguirán siendo». Comenzó en 2001 en la profesión y se estrenó en plena gestación del Ramos Carrión. Fernández Poyo se ha especializado en planeamiento, trabaja habitualmente en proyectos para viviendas residenciales, es autor del diseño del Museo Alfarero de Muelas y ha realizado numerosos trabajos sobre centros y casas de turismo rural. Acutalmente, participa en «muchos concursos y muchos, perdidos», bromea.