Un arrebato le llevó a hacer borrón y cuenta nueva con su vida y comenzar de cero al otro lado del Atlántico, en Brasil. La vida de Francisco Sandín Vara, nacido en Burganes de Valverde, nunca fue sencilla. Ni en su pueblo natal ni en el país que le acogió. Ahora, su hija María Helena busca esas raíces zamoranas con la esperanza de encontrar algún familiar de su progenitor, ya que él rompió toda relación familiar cuando emigró.

Nacido el 8 de agosto de 1897, su padre, Vicente Sandín Ganado, de Villaveza, era maestro e hijo de Toribio Sandín García y Estefanía Ganado Ferrero. Su madre se llamaba María Vara Alonso, hija de Ángel Vara López y Ramona Alonso Crespo, según los pocos datos que ha podido ir recopilando María Helena, la menor de los hijos del zamorano.

«Poco sabemos de la razón que hizo emigrar a mi padre. Él nos contaba que estudiaba en el seminario y que ya tenía los primeros votos, pero que algo le decepcionó y decidió abandonar los estudios. Cuando regresó a casa, comprobó que su madre estaba preparando las ropas de su hermana para irse de monja de clausura y él no estuvo de acuerdo. Decepcionado, salió de casa de sus padres y embarcó rumbo a Brasil», relata su hija.

Una decisión muy valiente la de este joven zamorano, si se tiene en cuenta que no conocía a nadie en ese país, donde llegó en 1918, con 21 años. Desembarcó en Santos, ciudad conocida por la cantidad de españoles que trabajaban allí, por lo que recibía el sobrenombre de Barcelona.

Su buena formación le ayudó a conseguir un empleo como tipógrafo, pero, debido a sus ideas políticas, pronto tuvo que irse a otra ciudad. «Mi padre era muy político, defendía el socialismo y participaba en toda las manifestaciones que había en Santos. Por aquel entonces, el gobierno brasileño perseguía a los socialistas, así que tuvo que mudarse para no ser detenido por la policía política», relata su hija recordando las historias que le contaba su madre.

Su segundo hogar fue Cantaduva, reducto de españoles. Allí conoció a una portuguesa, María Joaquina Domingues, que había llegado dos años antes que él a Brasil con sus padres, y con la que contrajo matrimonio. Fiel a sus creencias políticas, continuó escribiendo en periódicos como «El Heraldo», «La Plebe» o «La tribuna operaria», por lo tuvo que volver a huir de la policía, ya en 1930. Uruguay fue su destino después de que intentaran quemar la casa donde vivía y su mujer perdiera el primer hijo que esperaba.

De vuelta a Brasil, se asentaron en Marília, donde nacieron los dos primeros hijos de la pareja: Oswaldo y Olavo. El zamorano fue incluso inscrito como persona «non grata» en el Departamento de Ordem Política e Social (DOPS), un órgano del gobierno brasileño cuyo objetivo era controlar y reprimir aquellos movimientos políticos y sociales contrarios al régimen que estaba en el poder en esa época.

Con solo 45 años, la tuberculosis hizo que sus fuerzas mermaran y tuviera que dejar de trabajar como pedrero, empleo al que se dedicaba en Marília. Toda la familia se mudó entonces a Campos de Jordao, una pequeña ciudad a 1.800 metros de altitud «con un clima que prometía ser propicio para sanar su enfermedad», apunta María Helena.

Allí nacería su tercera hija, Odete, un año después, pero tras la venida al mundo de su última hija, María Helena, tan solo cinco días más tarde, fallecía el 5 de febrero de 1952. «No pude conocerlo, pero sigue muy vivo en mi corazón», subraya ella.

Ese sentimiento ha hecho que María Helena busque ahora cualquier pista para encontrar a familiares en Burganes de Valverde. La rapidez de la marcha de su padre y su total desvinculación con la familia una vez llegó a Brasil hacen más complicada, pero no imposible, la búsqueda. «Él nunca comentó con mi madre nada sobre Zamora o su familia, pero nosotros tenemos mucha curiosidad por conocerlos», recalca.

María Helena ya comenzó hace tiempo las pesquisas por su cuenta. «En 1967 comencé a buscar a la familia de mi padre con ayuda del consulado brasileño en Vigo, pero no logramos encontrar a ningún pariente», lamenta. Por eso quiere hacer un llamamiento a los vecinos de Burganes que puedan leer su caso y dar alguna pista sobre descendientes de Francisco Sandín. Además, en estos momentos, gracias a las nuevas tecnologías, amistades en España le han ayudado a encontrar los documentos de sus abuelos en Burganes en la diócesis de Astorga.

De lo que más orgullosa se siente es que haber conseguido al fin la ciudadanía española. Además, tanto ella como sus hermanos han podido viajar al país en alguna ocasión. «Yo fui por primera vez con mi marido en 1998 y después hice el camino de Santiago en 2002» recuerda.

Además, espera poder este año repetir experiencia y volver a España, pero esta vez poder viajar hasta la tierra de su padre, Burganes de Valverde, para poder reencontrarse con algún familiar y compartir recuerdos de aquel valiente hombre que fue su padre.