Cruzar siempre solo cuando el semáforo está en verde, no soltar la mano de los mayores o atravesar la calle por el paso de peatones fueron las grandes lecciones que aprendieron ayer los alumnos más pequeños del colegio Gonzalo de Berceo, gracias a las historias de los conejitos Tito y Dora, Fructuoso y el autobús Chus, que enseñaron a niños de entre tres y cinco años cómo tienen que comportarse en la calle.

De esta manera, para los niños de tres años la lección se centró en la necesidad de aprender a no soltar la mano de los padres cuando se va a cruzar la calle y hacerlo siempre por el paso de cebra, teniendo sumo cuidado con los bordillos, «que no son un lugar para jugar, porque pueden ser peligrosos al ser el límite con la carretera», les advirtió la monitora, antes de desplegar un paso de cebra de tela para escenificar cómo deben comportarse en la calle.

Por su parte, los niños de cuatro años aprendieron las normas que se deben seguir cuando uno viaja en coche: desde ponerse el cinturón nada más sentarse hasta no molestar a los padres que van delante, no levantarse de sus asientos e incluso poder reñir al conductor si se pone a hablar por teléfono.

«Eso es lo que más les gusta, porque en seguida te cuentan las cosas que sus padres hacen mal, como hablar con el móvil, cruzar en rojo porque tienen prisa o no ponerse el cinturón de seguridad», enumeró la coordinadora provincial de educación vial, Patricia Fernández, encargada de impartir estas clases prácticas en los centros de la capital.

La lección de seguridad vial para los mayores de cinco años, por último, se centró en la normativa que hay que seguir en los autobuses, ya que a esa edad ya empiezan a hacer excursiones.

«Son consejos que ellos tienen más que interiorizados, pero que nunca viene mal remarcarlos», explicaba Fernández. Los talleres de educación vial se imparten este año por primera vez en los colegios de la capital, en los que se combinan, por la corta edad de los destinatarios, los cuentos con la parte práctica más activa y la elaboración de una serie de láminas que ayudan a asimilar mejor lo aprendido. «Son tremendamente activos y muy participativos», reconoció satisfecha la monitora, que dejó diverso material de seguridad vial para que los profesores puedan continuar este tipo de educación, esencial para el día a día.