Sorprendente al menos promete ser la actuación de esta noche de la compañía Impromadrid Teatro, dentro del ciclo Noches de Humor en el Castillo, donde nada está preparado y todo depende de las pautas que marquen los asistentes. Uno de los directores de la compañía, Ignacio Soriano, da las claves.

-¿Qué espectáculo acerca Impromadrid al público zamorano?

-La obra se llama «Soup Buey» y es un espectáculo que resume un poco el estilo de teatro que nosotros hacemos, el de la improvisación. Subimos al escenario sin guión, nada está preparado ni ensayado. Hacemos pequeñas escenas de teatro en las que improvisamos toda la historia a partir de las sugerencias del público. Nos ponemos a su servicio y hacemos lo que ellos nos piden, desde dónde quieren ver un escena, quién quieren que sea el protagonista o que prefieren que ocurra. A partir de ahí, nosotros confeccionamos la historia.

-Entonces, el público es parte fundamental de los espectáculos de Impromadrid.

-El público siempre es parte esencial en el teatro pero aquí más porque a través de lo que él nos pide, de sus sugerencias y opiniones, nos da pie para hacer las escenas. Así que sin público no podríamos hacer ese tipo de teatro en absoluto.

-¿Esta modalidad de teatro que realiza es apta para todos los públicos, incluso para los que están acostumbrados al teatro convencional?

-Es cierto que al principio, sobre todo a la gente mayor, le choca que no hayamos ensayado la obra, porque lo que hacemos es algo que lo preparamos en el momento y muchos no lo entienden. Pero tras la función mucha gente nos dice que parece preparada, lo que es una buena valoración, porque significa que lo que acaban de ver tiene calidad, no es simplemente que suban tres actores al escenario y hagan cualquier cosa. Improvisamos, pero lo que hacemos tiene la calidad de un espectáculo ensayado, preparado y montado, así que es una buena crítica.

-Con esta premisa, ¿se podría considerar que en cada actuación se realizan piezas únicas?

-En realidad, la sensación siempre del actor es «no sé qué voy a hacer esta noche». Y cuando esto podría significar entrar en pánico, nosotros estamos acostumbrados a esta dificultad y nos gusta. Creo que ahora mismo me aburriría saber lo que voy a hacer cada día en el teatro. Puede ser cualquier personaje, cualquier edad? es una sorpresa y la verdad es que es súper divertido.

-¿Disfrutan los actores tanto como el público con este tipo de espectáculos?

-Sí, porque al ser siempre diferente siempre es sorprendente, incluso para nosotros. Es verdad que una obra de teatro convencional también es cada día distinta, pero parte de un esquema que es el mismo. Siempre tus compañeros te sorprenden y tú mismo con lo que haces. Nos lo pasamos muy bien entre nosotros y creo que eso se transmite al público y por eso también se lo pasan bien.

-¿Cómo se explica el tener que trabajar la improvisación, no resulta paradógico?

-Pues hay que trabajarla. Nosotros hablamos más de entrena que de ensayar, porque no se trata de trabajar un texto concreto, sino desarrollar las herramientas que vamos a utilizar en escena. Por ejemplo, hay que aprender a trabajar en equipo, tener capacidad de observación, imaginación y rapidez en crear personajes. Todo esto hay que practicarlo mucho, es como si fuera un deporte en el que hay que entrenar para crear personajes e historias y trabajar bien con el compañero para luego llevar todo esto al escenario.

-¿Cómo surgió la idea de poner en marcha Impromadrid junto a sus compañeros Ignacio López y Jorge Rueda?

-Ahora hay bastantes grupos de improvisación en Madrid, pero cuando empezamos nosotros éramos bastante pioneros. La improvisación surgió hace 30 años en Canadá y de allí se fue extendiendo por muchos países hasta España. A través de unos maestros de teatro llegó a nosotros, lo probamos como otro tipo de teatro cuando éramos estudiantes, por conocer algo distinto y nos encantó. Empezamos a practicar y estudiar y vimos que podíamos crear una compañía con espectáculos propios y vivir de esto. Así fue como surgió, casi sin buscarlo, y hasta hoy, que vivimos de ello, algo difícil de decir para muchos actores.

-¿Qué frutos han recogido después de diez años de trabajo?

-Por un lado, es súper enriquecedor para nosotros en lo personal, por otro, es un medio de vida. Tenemos una compañía que es una empresa con la que hacemos espectáculos y luego también está el aliciente de la escuela, porque nos gusta transmitir lo que hemos aprendido e investigado a alumnos, dando a conocer la improvisación a gente que no la conoce.

-¿Qué tipo de alumnos acude a estos cursos?

-Todo tipo de gente, desde actores que quieren conocer otro tipo de teatro hasta gente de otra profesión que quiere hacer algo completamente distinto cuando acaba su trabajo, simplemente como enriquecimiento cultural. Es un tipo de teatro muy divertido y muy de jugar como cuando éramos niños.

-Nada que ver con el teatro convencional.

-No es el tipo de teatro de método, de buscar tu interior, tus vivencias, que puede ser un poco más sufrido. Es muy divertido, con juegos y dinámicas con los que sin darte cuenta estás actuando. Mucha gente que no tiene mayor pretensión pero de pronto con esto ve que se lo pasa genial, que hace teatro y sigue viendo a los cursos año tras año.

-¿Tiene que tener alguna característica especial el actor de improvisación?

-En realidad, es un poco como en toda disciplina, una cuestión de trabajo. Si trabajas y perseveras, improvisar lo llegas a hacer bien, es una técnica que se aprende. Pero luego también a unas personas se les da mejor que a otras. Cuanta más imaginación tengas y más creatividad, si se te da bien contar historias y ser versátil creando personajes pues mucho mejor.

-Una de las iniciativas que también han puesto en marcha ha sido el Festival Internacional de Improvisación Teatral de Madrid (Festim).

-Lo que tiene de bueno la improvisación es que te permite actuar con gente que no conoces. No puedes hacer eso con «Hamlet», por ejemplo, porque primero tienes que ensayarlo. Nosotros habíamos ido a muchos festivales en el extranjero y decidimos hacer un encuentro en España. En las cuatro ediciones que ha habido hemos invitado a compañías de Iberoamérica. Ellas hacen un espectáculo propio y así se aprenden cómo es la improvisación en cada país. También hacemos espectáculos conjuntos, en los que podemos trabajar gente de distintos países y compartir experiencias.

-¿Y qué tal la experiencia de realizar teatro de improvisación en la radio durante el pasado mes, en el programa «La Ventana» de la Ser?

-Ha sido una experiencia muy buena, donde también partíamos de las sugerencias del público, aunque esta vez sin estar presente, sino a través del teléfono. Para nosotros era más difícil porque al no ver a la gente, pero ha sido interesante.

Madrid, 1977

Comenzó sus estudios de teatro en la escuela de Cristina Rota de Madrid, donde tuvo una formación actoral completa. Al mismo tiempo, comenzó su contacto con la técnica de la improvisación de la mano de Teatro Asura, donde también estudió y por la que finalmente decantó su carrera profesional. Con sus compañeros Ignacio López y Jorge Rueda fundó hacer diez años la compañía Impromadrid, dedicada a la investigación de las técnicas de la improvisación teatral, a la creación de espectáculos propios y a la difusión de sus conocimientos a través de talleres y cursos. Entre otros, la compañía ha recibido el Premio Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid y el Premio del Público de la Fira de Teatro de Tárrega (Lérida).