Pablo Durán Campos dirige desde hace nueve años el Coro Sacro, formación que ha cumplido ya 30 años. A lo largo de esta entrevista su director recuerda los orígenes del conjunto y a su fundador, el sacerdote Jerónimo Aguado.

-Usted dirige desde hace varios años el Coro Sacro, pero ¿cómo surgió la formación?

-Nace en octubre de 1980 como coro mixto a partir del Coro del Miserere. Desde 1953 lo venía cantando hombres y lo dirigía don Jerónimo Aguado. Tras entonarlo distintas formaciones, tanto de Zamora como de fuera, en 1978 oficialmente retoma Aguado la responsabilidad. Las voces del Coro Sacro primigenio son las que cantaron el Miserere desde 1978 hasta el 80 unido a las de mujeres. Se constituyen en una asociación, con junta directiva y estatutos, y una de las principales finalidades que marcan es solemnizar celebraciones litúrgicas a través del canto polifónico. Desde el inicio hubo unas fechas fijas para cantar en la Catedral y la primera misa en la que participa la formación correspondió al día de la Inmaculada de 1980. En esos momentos hubo una gran demanda de actuaciones por parte de distintos colectivos de toda la provincia porque sólo existían Voces de la Tierra, la coral Alfonso de Tejeda y el Coro Sacro.

-¿Cómo era en aquellos momentos la formación?

-Estaba constituida por más de 80 personas, principalmente gente joven. Ya desde el inicio hubo más mujeres que hombres, incluso en la actualidad las cuerdas de voces femeninas están más pobladas que las masculinas. Durante estos años han pasado muchas personas, alrededor de 700. Hay una renovación constante, pero todavía quedan en el coro dos personas del inicio y muchas voces vinculadas desde mediados de los 80. En la actualidad pertenecen alrededor de 65 persona en lista, aunque cantando habitualmente unas 45, de 9 hasta los 82 años. Se consigue aunar a gente tan dispar gracias al espíritu que ha tenido siempre el coro de gran familia, donde hay cabida para todos, abuelos, padres y nietos. Eso ya lo inculcó don Jerónimo Aguado para quien, sin duda, el coro fue su segunda familia.

-¿Cuáles son sus primeros recuerdos relacionados con la agrupación?

-Un ensayo de contraltos un mayo de 1985, con 13 años. Fui al coro con mi madre, que se apuntaba ese día porque se lo comentó alguien que conocía. Yo estudiaba en el conservatorio y estaba en la época de cambio de la voz, por lo que durante casi un año estuve llevando la bandera del coro. Iba a ensayar, me aprendí las canciones pero no cantaba. Posteriormente don Jerónimo me puso en la cuerda de bajos. Mis primeros años, recuerdo que fueron tiempos de gran actividad. Me parecía muy interesante el coro porque había estudiado música sacra en una asignatura en el conservatorio. No obstante, el ensayo es muy similar a construir un rompecabezas. Hay que ir probando para que todas las piezas acaben por encajar.

-¿Cómo era Jerónimo en esa función de hacer que todos los elementos casasen?

-Era un hombre muy meticuloso y constante. Le gustaban las cosas bien hechas. Un rasgo de su personalidad era el ser perfeccionista. Desde luego algo queda de quien ha sido tu director desde pequeño. Sin duda dirigiendo debo de parecerme mucho a él e incluso en muchas ocasiones personas del coro que le conocieron me dicen que me parezco a él. De don Jerónimo Aguado he aprendido todo lo que sé de dirección de un coro y es y será mi referente en el ámbito coral. Ha dejado una importa muy fuerte en el coro y no quiero que sea de otra manera. Además, como persona se dejaba querer y nos apreciábamos mucho.

-El director le fue dejando un hueco poco a poco.

-Desde el inicio al tener yo conocimiento de piano se tornó habitual que cuando se montaba una pieza que precisara un órgano, fuera yo el organista. El hecho de que estuviera a su lado tocando el órgano, era algo natural. Además cuando él no podía dirigir porque tenía que oficiar una eucaristía me encarga yo del coro y si él no podía ensayar, me encomendaba la tarea. Cuando delegaba en mí me sentía capaz, pero a la vez tenía algo de miedo porque era asumir una responsabilidad, aunque de manera ocasional. Mis compañeros lo asumieron también y una prueba es que en una asamblea se me nombra subdirector, por formalismos. Poco a poco don Jerónimo deja de viajar cuando el coro actúa fuera de Zamora y en esos casos, ya me hago cargo. Recuerdo que el primer concierto que dirijo fue en 2001 en Ponferrada. Ese día fue un día complicado porque un recital es más complicado porque los ojos están puestos en la formación.

-En 2003 fallece Jerónimo Aguado. ¿Cómo fue ese momento para usted y para el coro?

-Creo que para mí fue más duro que para mis compañeros porque pasé a hacerme cargo del coro en solitario. En ese momento no me planteé dejarlo, todo lo contrario, acepté el plus de responsabilidad. De algún modo don Jerónimo nos transmitió que él había llegado hasta ese punto y dejaba en nuestras manos el coro. Creo que su ilusión era que tomásemos entonces el relevo y qué mejor que seguir como él quería. De hecho en una asamblea se propuso cambiar el nombre del Coro y desde entonces hemos pasado a denominarnos Coro Sacro Jerónimo Aguado.

-¿Cómo se logra que un coro se mantenga durante tres décadas?

-Creo que es ser una familia y el tesón de Jerónimo Aguado en su origen. Su concepción de cómo trabajar la hemos querido mantener quienes lo conocimos. Funcionar durante 30 años implica el esfuerzo de muchas personas. También hay que reconocer que se han vivido momentos duros, pero en ningún momento el coro ha peligrado porque hemos tenido unos compromisos fijos. Además, hemos vivido momentos muy entrañables como en un congreso internacional de puericantores en Roma cuando en un ensayo de repente apareció el Papa Juan Pablo II. Fue muy emocionante.

-La música sacra no atrae a todo el mundo. ¿Resulta fácil conseguir que los jóvenes se interesen en formar parte de conjuntos corales?

-En nuestro caso hemos tenido la suerte de que integrantes del coro han «enganchado» a su pandilla de amigos. Ahora mismo es complicado que den el paso de pertenecer a un coro, debido a que implica un compromiso más fuerte que cuando se pertenece a una agrupación coral de Semana Santa con la que se ensayan pocos días. En el relevo tiene mucho peso el boca-oído. A veces tras un concierto los interesados dan el paso de acercarse y comentarnos que quieren formar parte del coro.

-Cuando nació el Coro Sacro había poco formaciones similares. ¿Qué radiografía hace de la situación actual de las agrupaciones de Zamora?

-Creo que existen bastantes coros, para todos los gustos y de todos los tipos. De un lado tenemos los coros de Semana Santa y junto a ellos los que cantan distintos estilos, desde música más tradicional a otros que apuestan por sones más populares o bien por música sacra. El abanico coral en Zamora es muy amplio y de calidad. Hay donde elegir y quien quiera cantar, tiene donde acudir.

-Usted se encarga del coro del Yacente.

-Los coros en la Semana Santa han tomado un protagonismo importante hasta el punto de que cada cofradía o procesión ya se identifica con una obra así Buena Muerte con el Jerusalem, las Capas y el Miserere Alistano, el Yacente y el Miserere, el Espíritu Santo con el Christus o Luz y Vida y su coro, Tercera caída y su coro, la salve en Nuestra Madre, Esperanza y Soledad. También hay que tener muy presentes los sonidos relacionados con la Pasión como el bombardino, las carracas y matracas o el merlú.

-Este semestre en la programación del Principal están previsto una serie de conciertos del Coro de La Tercera Caída y la Banda de Música de Zamora. ¿Cómo valora que formaciones vocales de Semana Santa amplíen su abanico?

-Me parece bien. No obstante, no conozco la filosofía de ese coro. En el caso del coro del Yacente nace y vive para cantar el Jueves Santo. Todo lo que sea favorecer, potenciar y difundir la actividad musical de las agrupaciones me parece muy positivo.

-Está en el aire la novena edición del Festival Internacional de Música Pórtico de Zamora. ¿Qué opina de la posible desaparición de este acontecimiento musical?

-Tras una evidente consolidación del Pórtico tal y como es, sería un hecho muy duro para la ciudad su desaparición. Sería muy triste que una actividad de tal nivel, tan seria y con tanta aceptación desapareciera por problemas de financiación. Soy consciente de que la crisis afecta mucho, pero debería de hacer un esfuerzo para que este acontecimiento se celebrara y que se mantuviera. No creo que en Zamora se hagan actividades musicales de tanto rigor como esta como para no hacer un sobreesfuerzo para que continúe, pese a las adversidades de los momentos actuales. Sería un serio revés para la música sacra en Zamora su desaparición.

-¿Los zamoranos tenemos una cultura musical sacra?

-Siempre hay por hacer. La música sacra no es para todos los públicos. Se trata de una música íntima para meditar y creada para la liturgia. Si analizas el sentido y traduces el texto del latín, es música con un mensaje muy profundo y los coros de Semana Santa han hecho populares temas de música sacra.

-¿Qué retos se plantea ahora como director del Sacro?

-Ninguno. Tenemos ya 30 años a nuestras espaldas y no me marco ningún reto. Creo que haber llegado a los 30 años es ya importante. No vamos a cerrar ningún ciclo. Vamos a seguir con la misma base, proseguiremos fieles a nuestros orígenes y evolucionando como nos marque el tiempo.

-El Coro Sacro Jerónimo Aguado el martes homenajeará a su fundador don Jerónimo Aguado dentro de El Club La Opinión-El Correo de Zamora. ¿Qué piezas interpretarán?

-Haremos obras que hemos cantado toda la vida. Cantaremos autores de la Catedral, tres de Gaspar de Arabaolaza, una del García de Salazar y otra del maestro Villaverde. A ello se une una obra de Jerónimo Aguado, de Palestrina, Tomás Luis de Victoria, entre otros. Se trata de un repertorio que abarca todos los tiempos litúrgicos, desde Adviento hasta Pascua, tal y como le gustaba a nuestro director. Vamos a ser fieles a la línea que él marcó. Cuando hacemos conciertos serios, sigo su mismo planteamiento y, de hecho, me gusta comenzar como empezaba él.