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La crisis ha incidido de manera directa en la vida en este barrio de las afueras de la capital, donde numerosas familias han perdido su casa y su trabajo. «¿Qué haces cuando una madre viene y te dice que cómo va a comprar un libro si no tiene ni para comida? y nosotros sabemos que es verdad», asegura el director del colegio zamorano, que puso en marcha el programa Desayunos del corazón, que hace posible que los menores puedan realizar la primera comida del día en el centro educativo, un primer paso para comenzar a educar sus hábitos alimenticios. «Nuestros alumnos no sabían lo que era una comida elaborada, un pescado en salsa o unas lentejas, y no conseguíamos que las comieran, porque las acaban vomitando. Ahora, y gracias también al desayuno, hemos ido poco a poco habituándoles a una alimentación sana y equilibrada», explica el director del centro.

Pero este programa no es el único proyecto que la comunidad educativa de La Villarina ha sacado adelante en un colegio «que nada tiene que envidiar en dotación a otros centros», asegura el director ante la flamante sala de informática. La Escuela de Padres, una firme apuesta del centro, se complementa con el taller de cocina para las madres precoces, que con quince años ya tienen alguien más a quien alimentar. Desde el centro también pueden presumir de editar una revista educativa completa y vistosa, y de sacar adelante con éxito las ya terceras jornadas Familia-Escuela, donde niños y parientes disfrutan y comparten actividades lúdicas y culturales. Con un 85% de alumnos de etnia gitana, la dirección del colegio prepara también para el próximo curso la creación de un taller de recuperación del pueblo Rom, es decir, habla y costumbres y de la comunidad gitana, así como la apertura de la biblioteca del centro a todo el barrio, «para que puedan venir aquí las familias, sacar un libro, leer...». Lo que no han podido sacar adelante desde el centro ha sido el programa Ducha saludable, gracias al que los niños aprendían cómo llevar a cabo la higiene personal y la realizaban en el centro, «en sus casas muchos no tienen calefacción ni agua caliente, y aquí le podíamos dar ese servicio, pero tenemos un problema de humedades y nadie se hace cargo, por lo que hemos tenido que suspender las duchas».

Actividades y programas fruto del tesón y el esfuerzo de la comunidad educativa de este centro, que no serán héroes, pero ayudan más que si lo fueran. Ellos solo alegan, «el paso por La Villarina no deja indiferente a nadie, aquí nos sentimos útiles».