Cansados de la monotonía de sus ropas durante el resto del curso, los pequeños adoptaron la personalidad de «pollitos», tal y como sostienen los responsables del centro, quienes han enviado esta imagen para certificar la escena. Puede decirse, en este caso, que el «Bosque de Valorio» escondió lápices y plastilina y se convirtió, por un día, en una singular granja.