El rector del Seminario Menor San Atilano de Zamora, Miguel Ángel Hernández, propuso ayer «destinar la misma cantidad que se invierte en las cenas en obras de caridad y la promoción social, siempre al nivel de las posibilidades de cada uno». Hernández realizó tales declaraciones con motivo del pregón de Navidad del foro del Club-LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA.

El delegado episcopal para las Cofradías y Hermandades remarcó que los gastos asociados a estas fiestas «no son malos si contribuyen a crear fraternidad, pero cuando se pasa al derroche, la ostentación y el lujo excesivo a la Navidad le estamos robando su núcleo más vital». En este sentido Hernández recordó que la Navidad «es un hecho histórico» frente a la tendencia actual de «la sociedad del consumismo». Aludió a un estudio sociológico en el que el 90 por ciento de los españoles consideran «la Navidad como una fiesta de carácter familiar», pero también un alto porcentaje estima que estas celebraciones «son eminentemente consumistas», de hecho, argumentó Hernández, «ocho de cada diez consultados considera que hace gastos extraordinarios en este tiempo». El sacerdote destacó que «al misterio de la Navidad uno debe de llegar de manera humilde para comprenderlo y transformar la sociedad en la que vive, lo que contrastada con los anuncios publicitarios que anuncia la Navidad que nos llaman a derrochar el dinero».

Hernández aludió a que en estos momentos la sociedad «ha perdido la capacidad de asombro por la rutina, la técnica y la ciencia que nos han hecho excesivamente pragmáticos», lo que hace que en muchas ocasiones «se olvide la dimensión simbólica del mundo, que ya no somos capaces de admirar». También abogó por recuperar los elementos cristianos de la Navidad: «cercanía a los pobres, el Nacimiento, el árbol de Navidad», que «nace que una costumbre pagana y cuenta con un fondo bíblico», de hecho está presenten «en el salmo 96».

Habló de la venida del Hijo de Dios a la Europa del siglo XXI, a un continente en el que «se está sacando a Jesús de la posada de Europa hacia las afueras» y quienes «no quieren a Jesús son unos jueces que decretan la expulsión del Crucifijo o quienes eliminan de las raíces cristianas de la UE de algunos documentos», cuando «el Viejo Continente ha nacido desde la fe cristiana, cuando el 25 de marzo de 1957 firma el tratado de Roma, idea promovida por cuatro intelectuales cristianos», rememoró.