Tras casi diez años de experiencia evangelizadora en Japón, donde impartió clases de introducción al cristianismo en la universidad diocesana de Eichi en Osaka, el misionero burgalés Pablo Seco Pernas asegura que la evangelización también es necesaria en lugares más cercanos. «En Japón me preguntaron si el cristianismo funcionaba en Europa. Es muy importante hacer misión aquí y mostrar que el cristianismo responde a las necesidades de la gente, que llega a sus corazones y que, sobre todo es buena noticia, haciéndonos a todos nosotros buenos, más comprensivos, pacientes y tolerantes», explica.

De su estancia en la universidad de Osaka recuerda con especial satisfacción su trabajo por «mostrar a la gente joven, bloqueada de entrada ante lo religioso, lo atractivo del mensaje cristiano». «Hay un esfuerzo ahí espiritual e intelectual, de diálogo con ellos, porque, aunque sean en algunos momentos muy pasotas, son seres humanos y tienen su corazón y reaccionan, aunque a su modo», relata.

La sensibilidad social es una constante en la vida de este misionero, que, con 43 años, ha trabajado con colectivos como drogodependientes o ancianos. «Tengo una especie de sentimiento social, coincidiendo con esa noticia buena del cristianismo que te invita a hacer el bien y, de paso, beneficia a los otros», explica.

«En cualquier evangelización se trata de convencer, pero sin vencer al otro», reconoce Seco, aunque no cree que la evangelización sea más complicada en la cultura asiática, tan diferente a la occidental. «En todas las situaciones es difícil, porque, hoy, por ejemplo, también les cuesta a los padres evangelizar a los hijos. Son de la misma cultura, hablan la misma lengua, pero no son capaces de transmitirles la fe, ni los valores, la moral o la ética que ellos han asimilado como algo bueno. Lo que hace oriente es abrir los ojos para ver que nuestra realidad cotidiana puede estar bajo las mismas estructuras de pensamiento pero que, como estamos acostumbrados, no lo vemos. Nos marca una diferencia para ayudarnos a conocernos a nosotros mismos, nuestra estructura de pensamiento y entrar en un diálogo que nos enriquezca», asegura, al tiempo que apunta que «este esquema de evangelización es muy válido para occidente porque la Iglesia hoy puede tener unos valores y un mensaje que comunicar dentro de una estructura de pensamiento y la sociedad otros, por lo que existe una especie de rechazo».

Así, ante la situación actual de la sociedad, tan cerrada a la doctrina católica, Seco es positivo al señalar que «todo estriba en cómo ofrezcamos la buena noticia. No tiene que sonar como una comedura de tarro para que alguien se haga de nuestro club, sino que se trata de mostrar que esta noticia es tan buena y que la bondad misma de la noticia es tan atractiva, que resulte casi irresistible», reconoce Seco, para quien «Dios se quiere hacer comprensible a los hombres, por eso se hace uno de nosotros. Siguiendo ese gran modelo tenemos que hacer comprensible que un mensaje como el cristiano nos hace buenos y nos viene bien. Además, la mayoría de la gente es buena y gracias a eso vivimos en paz».