La llegada de un virus mutante de la gripe que extendiera una temible pandemia por todo el mundo era una posibilidad casi estadística que los especialistas predecían desde hace tiempo. Las miradas estaban puestas en Asia, donde la amenaza de la gripe aviar, un virus mutado que pasaba de los pájaros a los humanos, se sentía como próxima en el mundo occidental, sobre todo después de ver a millones de asiáticos con la cara tapada por las mascarillas para defenderse de un virus que se llevó por delante muchas víctimas mortales. Sin embargo, el conocido como síndrome respiratorio agudo severo no llegó a traspasar las fronteras regionales con suficiente fuerza y parecía incluso prácticamente olvidado cuando por la otra parte del mundo se encendieron todas las señales de alarma.

EE UU y Méjico. En Estados Unidos y sobre todo el Méjico comenzaba en la primavera un nuevo virus, el que producía la gripe porcina, pero que había saltado al ser humano. Era tan nuevo que incluso hubo que ponerse de acuerdo para llamarlo de alguna forma y ahora el consenso es denominarlo gripe A. Era la fórmula políticamente correcta para evitar conceptos cargados de connotaciones que podían provocar daños colaterales más perjudiciales incluso que la misma enfermedad. Por ejemplo, lo de gripe porcina, que hizo por un momento temblar a los productores de carne de esa especie por la asociación de ideas que se podía hacer entre la infección y el consumo de productos del animal, que no tenían fundamento alguno. O el nombre de gripe mejicana, que llegó a hundir por algún tiempo la pujante industria turística del país azteca. Por no hablar del «sanbenito» que le puede caer a un país sin comerlo ni beberlo: que se lo pregunten a España con la gripe del 18 que pasó a la historia como gripe española cuando realmente, según han comprobado los estudiosos, ni siquiera se generó aquí, sino que fue importada.

Llegada a España. El contacto de los españoles con Méjico y Estados Unidos, muy intenso, hizo que España fuera uno de los países del Viejo Continente donde antes pasó el virus, junto con otros como Reino Unido, por la misma causa. Y enseguida empezaron a aparecer casos: el primer sospechoso, el primer confirmado, el primer muerto….hasta que había tantos que no tenía sentido seguir contándolos uno a uno, sino vigilar la tendencia de la epidemia. Esta se propagó sobre todo por los países del hemisferio sur, donde era invierno, la época más propicia para que la gripe se mueva a sus anchas. Y vaya si se movió. En países como Argentina la pandemia produjo un auténtico pánico y el colapso del sistema sanitario provocó un caos considerable. En otros, como Chile, Australia o Nueva Zelanda, con condiciones de vida y sistemas sanitarios más equiparables a lo que ocurre en España, la evolución de la enfermedad se sigue con gran interés, ya que puede dar una pista real de cómo se comportará el virus cuando, en invierno, empiece a atacar en serio por estos lares. La conclusión es que el virus, en la mayoría de los casos, no se comporta de forma demasiado diferente a un virus de la gripe ordinaria y ni siquiera hacen falta medicamentos para curarla. Eso sí, puede producir cuadros graves e incluso fallecimientos, sobre todo asociada a otras patologías previas, y por eso se cuenta con protocolos de actuación, un arsenal de antivirales y, se espera, la esperada vacuna que no ha llegado a tiempo en el hemisferio sur.

Reacción. Fue en abril cuando las autoridades del Ministerio de Sanidad empiezan a preocuparse, como toda la sociedad por lo que está pasando con lo que entonces de denominó «brote humano de gripe de origen porcino en Estados Unidos y Méjico». Se hablaba de ocho casos confirmados y nueve sospechosos en California y Texas mientras en Méjico había brotes en tres estados: en el Distrito Federal (la capital) había 854 casos de neumonía con 59 fallecidos; en San Luis de Potosí (centro del país) 24 casos de «pseudogripe» con tres fallecidos y en Mexicali, cerca de la frontera con Estados Unidos, cuatro casos sin víctimas.

Al día siguiente, el 26 de abril, ya había seis casos en estudio en España por presentar síntomas de gripe, mientras en Méjico y Estados Unidos la enfermedad seguía avanzando. El día 27 de abril se confirmaba el primer caso, en Almansa (Albacete) y 24 horas después el segundo en la Comunidad Valenciana. La cifra de sospechosos iba en aumento: ya había veinte, todos ellos viajeros recién llegados de Méjico. De un día para otro, los casos de la enfermedad se multiplicaban por dos. A día de hoy, hay casi 24.000 afectados y 23 muertos.

España

Primer infectado

El primer caso confirmado fue de un varón en Almansa (Albacete), el 27 de abril

Primer fallecido

El 30 de junio. Se trataba de una mujer marroquí de 20 años, embarazada de 28 semanas.

Contagios masivos

Los más sonados fueron los del cuartel de Hoyo de Manzanares, y también en la comunidad madrileña, varios contagios en escolares de distintos colegios.

En Zamora

Casos sospechosos

El primero se detectaba en una mujer de 29 años. Al final se descartó la enfermedad.

Casos confirmados

El 25 de mayo aparecía el primer caso de la región, un varón de 23 años en Segovia.

Fallecida

Una zamorana de 86 años se convertía en la primera fallecida por la enfermedad en la provincia y en todo Castilla y León. De momento, es la única.

Situación actual

Infectados

En España se registran 53,61 casos de gripe A por cien mil habitantes. Traducido a cifras, aproximadamente 23.956 casos.

Muertes

23 fallecimientos relacionados con la gripe A. La tasa de letalidad es de 0,18 fallecimientos por cada cien mil infectados.

Grupos más afectados

Fundamentalmente adolescentes y adultos jóvenes. La mayoría con cuadros leves y buena evolución.