Inmaculada nos recibe en su tienda de toda la vida, Deco Arte, pero ya no es la misma. Nada queda ya de los muebles y complementos que decoraban el establecimiento, que cerró sus puertas hace unos días tras 21 años de trabajo. Pero no es tiempo de tristeza. «Adita» como la conocen sus amigos y clientes de toda la vida ha terminado una etapa, lejos ya de los mostradores, pero cerca siempre de la pintura y la decoración, pilares fundamentales sobre los que ha girado su vida profesional. Durante el transcurso de la entrevista un cliente se acercó por la ya vacía tienda para adquirir, como lo hacía habitualmente, un pedazo de «pastpartu» que ya no encontró. Siempre es difícil decir adiós.

—Allá por el año 88, hace 21 años, no sería tan común la apertura de una tienda dedicada en exclusiva a la decoración en Zamora

—La verdad es que no. Las tres socias que fundamos la tienda pusimos en funcionamiento el primer establecimiento con este tipo de mercancía en Zamora. No éramos un bazar como los que proliferaban por todos lados en ese momento. Nosotras vendíamos diseño, elegancia y calidad, nos recorríamos las ferias buscando lo mejor y por eso teníamos lo que nadie más tenía.

—¿Fue difícil encontrar clientela en los primeros momentos?

—En absoluto. Aunque ni la avenida de las Tres Cruces ni Zamora eran por aquel entonces lo que son hoy, la gente supo valorar enseguida el esfuerzo que hacíamos para encontrar las piezas más originales y de calidad y por eso se quedaron con nosotras durante toda nuestra andadura. Los clientes era lo mejor que teníamos, a ellos les debemos absolutamente todo lo que fue Deco Arte, confiaban en nosotras para todas sus consultas y terminamos por forjar una relación de amistad con ellos que aún dura después de todos estos años.

—¿Qué es lo que más valora de su trabajo durante este tiempo?

—Hacer lo que siempre me gustó, enmarcaciones, pinturas, venta de mueble auxiliar, etc y sobre todo, como he dicho, la cercanía con los clientes. La relación con el público es algo que siempre me ha llenado y gracias a ellos cada día era distinto. Estoy convencida de que la mayoría de zamoranos tiene un artículo o una enmarcación de Deco Arte en su casa y eso es muy gratificante para mí y para todas las personas que hemos desarrollado nuestra actividad profesional en esta tienda.

—¿Qué encontró en esta tienda para que se vaya con ese buen sabor de boca?

—Un hogar. Aquí venían los clientes para comprar, pero también para hacernos todo tipo de consultas, tanto profesionales como personales. ¡Creían que lo sabíamos todo! Esto ha sido como la sala de estar de una casa. Todas las personas que han pasado por esta tienda y que han trabajado aquí han dejado su impronta personal, sin ellos nada hubiera sido lo que fue.

—¿Qué es lo que seguro no echará de menos?

—Sin duda tener que regirte por un horario. En estos 21 años la tienda no ha cerrado ni un solo día, hemos trabajado aquí un montón de horas y verlo ahora todo vacío... no me quiero quedar con esa imagen. Me quiero quedar solo con los buenos momentos.

—¿Cuál era el perfil de los clientes que se acercaban hasta Deco Arte?

—Venían personas de todo tipo. De gustos distintos, de pueblos e incluso de fuera de Zamora. Muchos zamoranos que salieron fuera nos hacían encargos o compraban aquí cuando volvían los fines de semana o en vacaciones. También teníamos muy buenos clientes de Portugal que recorrían grandes distancias porque les gustaban nuestros productos.

—¿Recuerda de manera especial algún trabajo o venta realizada en esta tienda?

—Uno de los trabajos más importantes y que más ilusión me ha hecho ha sido en esta última etapa la enmarcación de cuatro relicarios del siglo XVII con grabados flamencos para exponer en la iglesia de San Frontis y un paño de corporales pertenecientes al Obispado de Zamora. También recuerdo con especial cariño una impresionante lámpara de cristal de murano que vendimos hace 20 años a Flores Castilla y que aún conserva. Lo que no recuerdo es el primer trabajo que hice. Fue hace mucho tiempo.