La mayor parte de ellos pisa Zamora por primera vez, pero aseguran que se sienten «como en casa». Para ello basta con recordar las conversaciones y las anécdotas que se han transmitido de padres a hijos, y rememorar esa Zamora que dejaron atrás sus abuelos y bisabuelos para emigrar a países como Cuba y Argentina. Para los descendientes de los que nunca volvieron, la emoción es aún mayor. «Mi bisabuela salió de Benavente con 14 años hacia Cuba y no regresó jamás», asegura Celia Mariana Rodríguez Montesinos, de 18 años. «Por eso, que alguien haya podido volver, en este caso yo, era casi un compromiso familiar». Zamora, añade, «es como estar en casa, y no he sentido añoranza por Cuba».

Psicopedagoga y residente en Buenos Aires, Sabrina Altaraz Lorenzo, de 29 años, es nieta de un emigrante de San Vitero. Aunque de niña ya viajó a la provincia, en este su segundo desplazamiento los recuerdos emergen de nuevo con fuerza, y ya está deseando ver a los dos hermanos de su abuelo que viven en la localidad zamorana. «Es entrar y conocer las calles por todo lo que me contaban, como si tuviera las imágenes muy frescas de forma previa a haber venido». Quizá sea, apunta, «la herencia de lo que se ha mamado toda la vida». A su lado, Nancy Ortega Ferreras, también argentina, de La Plata, se emociona al pensar que pronto podrá visitar el pueblo en el que nació su madre, Valparaíso. «Aún está la casa de la abuela y en la que nació mi madre, y una tía me ha dicho que me la va a abrir para que la vea, porque está tal y como ellos la dejaron». Imaginaba Zamora «menos ciudad, con menos edificios». Su madre, explica, emigró sola con 15 años para vivir en Argentina en casa de una tía. Allí aprendió costura y consolidó una situación económica que hizo posible que la siguiera el resto de la familia.

Otro de los argentinos que acaba de llegar a Zamora es Matías Eim Pina, de 21 años, estudiante de Cine, y que vive en Buenos Aires. Es bisnieto de emigrantes de Cabañas de Sayago, y nada más «cruzar a otro continente» ya ha notado que algo cambiaba. Ahora, admite, «revives algo tuyo, algo de tu historia. Resulta muy emocionante porque está latente en tus genes». Sus antepasados dejaron Zamora, pero no pudieron volver. Él ha tenido esa suerte . Y sueña «con encontrar algún pariente».

Dalia Aylín Cruz, de 21 años, es una de las pocas descendientes de emigrantes a Cuba que ha tenido ya oportunidad de viajar a Zamora. Su familia procede de Luelmo y de Bermillo de Sayago, y aún conserva a un hermano de su abuelo. La experiencia, por repetida, no deja de sorprender, «porque siempre se revive todo lo que escuché de ellos en Cuba. Ahora es como estar con el bisabuelo», detalla.

Una vez pasados los nervios y las emociones, todos ellos tienen por delante más de dos intensas semanas para aprender folclore zamorano y para investigar en sus propias raíces con la ayuda de la Diputación provincial de Zamora. Los nietos toman la palabra.

Un millón de euros del Fondo de Cooperación de la Junta, para 8 mancomunidades

El consejero de Interior y Justicia, Alfonso Fernández Mañueco, ha firmado convenios con ocho mancomunidades de la provincia que recibirán más de un millón de euros para mejorar sus servicios. En cuanto a la financiación autonómica, el representante del Ejecutivo regional aseguró que todos los recursos «son bienvenidos, pero no nos conformamos y vamos a seguir negociando». Las formas, puntualiza, «no han sido las más correctas ni adecuadas».