A través de su labor en el Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas se vinculó con personas afectadas con el VIH «que son de los más vulnerables en la sociedad» y su lucha por combatir la discriminación de la que muchas veces son objeto lo llevó a elaborar un informe sobre la situación del derecho a la reproducción humana asistida de las personas con VIH que ha sido determinante en el tratamiento de ese tema.

– ¿Cuál es la situación actual?

– La Constitución asegura el derecho a la reproducción asistida a todos los españoles y la última Ley de Reproducción Asistida tampoco excluye a las personas con VIH.

–¿Y en cuanto a la ciencia?

– Las técnicas y los avances en medicina permiten que, en caso de que sea el hombre el seropositivo, se pueda realizar un lavado de semen lo que hace que el virus desaparezca y pueda producirse la fecundación sin transmisión de la enfermedad. Y, en el caso de las mujeres, si durante el embarazo están con un tratamiento de antiretrovirales se evita la transmisión de la enfermedad de madre a hijo, el 100% de los niños nacen sanos. Incluso el parto puede ser natural como ya se está haciendo en algunos hospitales. Incluso, médicos españoles han hecho estudios que señalan que si la carga vírica del enfermo es indetectable incluso pueden no necesitar la reproducción asistida sino que podrían intentar el embarazo por métodos tradicionales. Por lo tanto, actualmente no hay ningún impedimento ni legal, ni técnico, ni médico que afecte a este derecho. Lo que ocurre es que todavía en algunas Comunidades Autónomas la Sanidad pone barreras que impiden el ejercicio de ese derecho.

– ¿Qué tipo de trabas?

– Desde hacerles esperar más, a no recononocerles ese derecho reclamando mayor evidencia científica. Muchas veces lo importante no es tener el derecho sino el poder contar con los medios para acceder al ejercicio de ese derecho y eso no siempre sucede.

–– ¿Reflejo de que aún existe un prejuicio hacia las personas con VIH?

– Sin duda. Es un prejuicio que está basado en el desconocimiento de la forma como se transmite la enfermedad. Muchas veces la gente piensa que se contagia como si se tratará de la gripe. Además, como el VIH se ha asociado a determinados grupos de riesgo que están estigmatizados eso hace que siempre las personas más vulnerables sean las que vean quebrantados sus derechos.

¿Otro ámbito hacia el que ha dirigido sus investigaciones es el de las células madres?

– Respecto a ese tema defiendo la libertad de investigación porque hará avanzar la ciencia y nos traerá una serie de beneficios que posiblemente todavía no seamos muy capaces de calibrar. Obviamente tiene implicaciones éticas que hay que tener muy en cuenta, porque toda investigación tiene que estar sometida a algún tipo de control ético y jurídico pero eso no significa que tenga que estar prohibida.

– ¿Y cuál es la situación en España?

– En España cuando se aprueba la última legislación sobre la materia se abre esta puerta y estamos en el inicio del camino. Es una oportunidad para crear incluso un nuevo modelo de desarrollo económico y no limitarnos a comprar los avances sino ser nosotros los creadores de esos avances.

– ¿Incluso en un tema como la clonación?

– La clonación es también investigación aunque es un ámbito que llega muy al extremo. Pero al final es simplemente investigar con células madre embrionarias aunque en vez de ser con fines terapéuticos con fines reproductivos. Pero digamos que eso todavía forma parte de la ciencia ficción. En todo caso no se puede prohibir la investigación con células madre porque es un ámbito imprescindible del conocimiento.

– ¿Cómo ve usted la polémica suscitada por la Ley del Aborto?

– Un informe de expertos que ha encargado el Ministerio de Sanidad señala que sería recomendable que se considere como mayoría de edad los 16 años, como se hace en todo el ámbito sanitario, en lo que respecta a la interrupción voluntaria del embarazo y pienso que es un avance. Pero este es un tema que se debe discutir largamente y con tranquilidad, sin encender la hoguera y sin mirarlo a través del ojo de la religión con la intención de imponer un credo religioso a través del Derecho que no es aceptable.