La voz firme del zamorano Julián López, en el Sermón de las Siete Palabras del Viernes Santo en Valladolid, ha generado un gran eco. Si momentáneamente quedó apagada, después adquiere una gran resonancia con la Resurrección y la vuelta a la vida laboral. El obispo de León (el nombramiento se efectuó en marzo de 2002) y presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia fue contundente al referirse al «laicismo radical», el aborto, la eutanasia? La lluvia impidió que el acto se celebrase en la Plaza Mayor, como manda esa "tradición" nacida en 1943. Fue en la iglesia de Santiago Apóstol, que es la sede de la Cofradía. El auditorio también disminuyó: el templo sólo podía acoger a medio millar de fieles. El prelado se refirió a «los niños a los que se impide nacer y a los enfermos terminales a los que se procura intencionadamente la muerte». Y, con eso, el temido laicismo.

Las últimas palabras de Cristo en la Cruz redentora. Fue una reflexión muy meditada, que se desarrolló durante 45 minutos. Comenzó el repaso: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (la primera), "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" (la segunda), "Ahí tienes a tu Hijo. Ahí tienes a tu madre" (la tercera), "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado" (la cuarta)? «La voz de Cristo en la Cruz es el grito de los inocentes en la soledad de los sentenciados a muerte, de los secuestrados en las noches interminables, de los refugiados en el hacinamiento de los campos, de las muchedumbres que huyen de la guerra y del hambre, de las víctimas del terrorismo, de los contagiados por virus mortíferos, de los afectados por desastres naturales, de las mujeres maltratadas». Y, a continuación, indicó que la voz de Jesús en el madero «es el grito de los niños a los que se impide nacer y de los enfermos terminales a los que se procura intencionadamente la muerte».

Palabras últimas y rotundas. La sexta: "Todo está cumplido". Y, entonces, señaló que «el problema religioso de nuestra época, empeñada en vivir como si Dios no existiese, es haber invertido los papeles del gran teatro del mundo, tratando de suplantar al Creador, que -para devolver a su criatura más amada la dignidad perdida- no dudó en entregarnos a su Hijo». Y con la séptima ("Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu"), término que también es principio, López Martín fue igualmente taxativo: «Por grandes que sean las dificultades de la hora presente, desde el laicismo radical, empeñado en confinar la religión a la vida privada, hasta la secularización en el interior de las comunidades eclesiales, permanece vivo el mandato del Señor en la Ultima Cena: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado"».

Como epílogo del Sermón, el prelado toresano (nació en 1945, fue catedrático en la Universidad Pontificia de Salamanca y ocupó la sede de Ciudad Rodrigo de 1994 a 2002) evocó el pensamiento del Papa y teólogo Benedicto XVI: «El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre El, dejando que hable sólo el amor». Y concluyó: el cristiano «sabe que el desprecio del amor es vilipendio de Dios y del hombre, es el intento de prescindir de El». De ahí que «la mejor defensa de Dios y del hombre consiste precisamente en el amor. Este nos hará siempre testigos creíbles de Cristo».