El tiempo se detuvo para ella aquel 16 de septiembre. Hace ocho años que Susana Acebes no está, pero continúa tan presente que su madre es capaz de sentirla. Sobre todo, a través del nieto que le dejó: ahora un adolescente de 13 años profundamente unido a ella.

Aunque la tristeza no ha abandonado a Trini Carballés Fernández, la madre de la joven de 26 años asesinada en su casa de San José Obrero, desde aquel fatídico septiembre de 2000, el alma se le sacude con mayor violencia en cada aniversario: «es un día terrible, quieres no pensar en ello, pero no puedes. Sólo deseas que pase pronto..., pero al final es un día tras otro. Del pensamiento no se te va ni un momento, ¡son tantos recuerdos!». El dolor se mantiene intacto: «es como si acabara de suceder; todo se te vuelve a la mente. Y sabes que ese desgraciado está tan feliz, ocho años viviendo la vida, haciéndose pasar por buena persona. Y mi hija está donde está y no puede salir de allí».

Trini realiza una petición, hoy más que nunca asistida por el derecho de saber qué pasó con su hija, quién la mató: «quisiera decirle al juez que se lo tome en serio, que es un asesinato y llevamos ocho años esperando. Que se interese por llamar a Madrid; y si esta noticia llega allí, que se interesen que ya es hora». Está pendiente de los resultados del análisis biológico de unas muestras y de un perfil genético que pueda resultar de las mismas.

La Policía Nacional confía en que esas nuevas pruebas reconduzcan el caso y ayuden a identificar y detener al asesino. La madre de Susana también. «Tengo esperanzas de que se resuelva el caso, pero hasta que no lo vea no lo creeré». Es posible que la Policía esté desde hace unos meses en el camino correcto. Trinidad muestra su plena confianza en el policía que investiga el asesinato de su hija, «es el primero que entró en su casa el día que la encontramos, es muy humano. Si no puede llegar a resolverlo será porque es imposible, pero tiene ganas de esclarecerlo». El y todos sus compañeros; el propio juez, asegura. «Se está llegando a lo más», añade con el gesto ensombrecido por la ausencia, «muchas cosas ni se habían analizado; yo creo que el forense lo podía haber hecho mejor, no tenían que haber dejado ni un cabo suelto y los dejaron casi todos».

Precisamente aquellos errores, aquellos descuidos han complicado el caso, «ahora es muy difícil atar esos cabos porque pasado el tiempo hay cosas que ya no son lo mismo», agrega sin concretar. No se puede dar pistas al asesino, que está segura de que leerá este reportaje. Y prosigue: «la mayoría de las pruebas, pasados ocho años, aunque quisieran, ya no las pueden recopilar».

Reprocha aquella seguridad inicial, en las primeras 48 horas tras la muerte de Susana, decisivas para dejar escapar pruebas, muestras que el tiempo ha deteriorado e incluso borrado. «Creían -policía y jueza- que todo estaba bien atado». Nada más lejos de la realidad. Trini aún recuerda, emocionada, cómo se abrazó al ex marido de su hija: «yo nunca desconfié de él». Para la policía fue el principal sospechoso durante 48 horas. Las que dicen los expertos que son decisivas para resolver un crimen.

«Mi nieto es parte de mi hija, mi quitapenas; nos ha unido más»

«No es un nieto, es parte de mi hija que tengo ahí, mi quitapenas». El pequeño hijo de Susana Acebes ha logrado unir a la familia, convertirse en un ser especial no solo para sus abuelos, sino para el resto de la familia materna. Incluso ha logrado estrechar los lazos entre su padre y la familia de su madre. Cuando la joven murió las relaciones eran más tensas, menos fluidas. El niño, ahora con 13 años, ha sido el vínculo, asegura su abuela, Trini Carballés Fernández.

Cuando sucedió la tragedia «era muy pequeño y creo que eso le ayudó». Su padre, como pudo, le contó lo que había sucedido con Susana y él pregunta. Cuando su abuela le plantea qué ocurrirá si, cuando él sea mayor, no se ha resuelto el caso del asesinato de su madre, sin dudar responde: «pues seguiré insistiendo yo porque ese "tío" tiene que estar en la cárcel». ¿Odio hacia el asesino de su madre?, «no, no tiene odio hacia esa persona, aunque tiene algo dentro..., a veces no quiere hablar de ello, se ve que al recordar lo pasa peor». También Trini prefiere a veces no hablar de lo ocurrido, aunque sabe que no sirve de nada. Porque sigue siendo una herida abierta.