Tras varios años rodeado de documentación en la biblioteca de su abuelo, Antonio Viloria ha recopilado toda la información necesaria para concluir que el arquitecto benaventano era «un creador moderno que destruía para volver a recrear». Fruto de esos estudios, su nieto saca a la luz un libro del que ha editado 3.000 ejemplares.

- ¿Por qué un libro sobre Segundo Viloria 84 años después de su fallecimiento?

- Este trabajo ha surgido de una serie de situaciones favorables, entre ellas, el haberme jubilado. Cuento con una documentación muy abundante de la biblioteca de mi abuelo y decidí ponerme a estudiar más detalladamente su obra por el simple hecho de que me apetecía mucho hacerlo.

- ¿Qué diferencia a su abuelo del resto de arquitectos de su época?

- Los arquitectos del siglo XIX estaban catalogados dentro del neoclasicismo o del eclecticismo. Mi abuelo, sin embargo, está a caballo entre esas dos tendencias. Para mí, Segundo Viloria fue un creador moderno, un señor que destruía todo para volverlo a recrear, al igual que hizo Picasso y otros artistas de la Vanguardia. Esto hay que reconocerlo y descubrirlo, por eso creo que yo he sido el primero que lo ha constatado.

- ¿Ese sentimiento de ruptura de Segundo Viloria en la arquitectura lo llevó también al terreno personal?

- No es fácil captar ese sentimiento porque ese talante profesional no se corresponde con el carácter que le acompañaba. Era una persona muy encerrada en sí misma, a pesar de que yo no lo conocí ya que murió unos años antes de que yo naciera.

- Aunque no llegó a conocerlo, ¿cómo era la personalidad de su abuelo según le han podido contar los familiares que convivieron con él a lo largo de su vida?

- Era una persona que tenía su propio mundo para sí a través de su arquitectura y su música, ya que tocaba el piano. Poco a poco se va encerrando en sí mismo y se va aislando a la vez que se queda sordo, aislado y desesperado hasta morir. En los últimos años, mi abuelo era un ser irascible, un lobo solitario.

- ¿Considera que Zamora ha sabido reconocer la obra de Segundo Viloria?

- Sinceramente, creo que no. He investigado en los periódicos de la época y cuando murió únicamente aparecieron cuatro líneas en los diarios. Con el paso del tiempo, mi abuelo cayó en el olvido porque, por desgracia, en este país las personas se olvidan con mucha rapidez. En Benavente, sin embargo, tiene mayor reconocimiento.

- ¿Cuál es para usted la obra culmen de su abuelo?

- Sin lugar a dudas, el Mercado de Abastos. La idea del Mercado es grandiosa pero no por la forma en sí sino por el concepto de iluminación, que está inspirado en las teorías de los arquitectos de la Ilustración francesa.

- Sabe que se avecina una futura remodelación del Mercado. ¿Qué expectativas aguarda?

- Me da mucho miedo la reforma, lo confieso. Ahora es el momento de que ese edificio se convierta en un descubrimiento del presente siglo porque sigue siendo un edificio totalmente actual. Lo único que pido es que se respete el espacio interior que diseñó Viloria. La iluminación que proyectó mi abuelo debería completarse durante la noche con la instalación de un haz de rayos láser para que ese edificio siga vivo y se aprecie el cilindro de luz limitado por cristales.

- ¿Hemos podido caer en el error de identificar a Viloria sólo con el Mercado de Abastos olvidando otras muchas edificaciones?

- Puede ser, pero es que el Mercado tiene mucha miga. En Benavente llama la atención una construcción preciosa, que es la Casa Solita (Casa Soledad González), un representativo palacete de la burguesía del Novecientos. Está muy bien conservada y tiene un significado cultural muy importante. La gente de Benavente lo reconoce pero todo el medio urbano ha desaparecido.

- Es precisamente la Casa Solita la que ilustra la portada de su libro. ¿Por qué?

- Porque es una atención a la gente de Benavente, no vamos a ser siempre los de la capital los protagonistas. Además que es un edificio precioso y se trata de una fotografía hecha por mi abuelo o un amigo de él, no sabemos exactamente.

- ¿Considera que su abuelo creó escuela?

- Creo que sí. En la capital ejecutó actuaciones urbanísticas muy concretas que llevaron tras de sí actuaciones de otros arquitectos. En la plaza Sagasta, por ejemplo, hay ocho casas con el estilo que marcó mi abuelo, unas ejecutadas por él mismo y otras por profesionales posteriores. El problema es que las obras integradas en un conjunto urbano no se aprecian. Cuando estuvo en Zamora el arquitecto Rafael Moneo me confesó que la ciudad tenía un núcleo urbano que estaba muy bien resuelto.

- ¿Qué ha aportado este libro a Antonio Viloria?

- Me ha dado mucho que pensar porque con mis investigaciones he desencadenado la riqueza arquitectónica de mi abuelo. La mayor parte de su obra es de "regate en corto", es decir, son construcciones pequeñas pero con mucho contenido.