La Opinión de Zamora

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Daniel Macenlle | Director general de Protección Ciudadana del Ayuntamiento de Pontevedra
Daniel Macenlle Director general de Protección Ciudadana del Ayuntamiento de Pontevedra

“Existe la necesidad de que las ciudades no nos devoren, sino que nos acojan”

“Si somos capaces de pensar en los niños menores de ocho años y en los mayores de ochenta, creamos espacios accesibles para todos”

Daniel Macenlle, durante su conferencia dentro de la Semana de la Movilidad, en La Alhóndiga. EMILIO FRAILE

Daniel Macenlle ha trabajado intensamente en la conversión de Pontevedra en una ciudad más amable con los viandantes. A través de su conferencia “La peatonalización de entornos urbanos: reto y beneficios”, dentro del programa de la Semana de la Movilidad, el que fuera jefe de la Policía Municipal de Pontevedra —ahora director general de Protección Ciudadana del ayuntamiento gallego— desveló los pormenores de una transformación urgente para las ciudades.

–¿La peatonalización es uno de los mayores retos a los que se enfrenta actualmente una ciudad?

–Es un reto y una necesidad. Existen muchos problemas asociados a la vida que llevamos y uno de ellos es la contaminación del planeta, relacionada con los gases que emiten los vehículos. Ahora se exige la descarbonización y tratar de mitigar el cambio climático dentro de las normativas y los planes europeos y estatales, que después hay que transformarlos en las agendas locales. Y va a ser obligatorio implantar esas medidas, es decir, o estás alineado en unas determinadas posiciones o te quedas fuera. Aparte de todo esto, las normas están para cumplirlas y la ley de cambio climático exige, por ejemplo, establecer zonas de bajas emisiones antes de 2023 para las ciudades de más de 50.000 habitantes.

–¿Pontevedra ha sido una adelantada a su tiempo?

–Nosotros no fuimos unos visionarios, no sabíamos en 1999 que esto iba a ocurrir, pero existe la necesidad de que las ciudades sean para los ciudadanos, que sean amables, que no te devoren, sino que te acojan. Ya bastantes problemas tenemos para añadir los de andar corriendo. Hay una necesidad de recuperar el espacio para las personas, el espacio que le hemos dado al vehículo privado.

Tenemos el derecho a respirar aire limpio y poder movernos sin problemas

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–¿Cómo hemos llegado a ese punto de dictadura del coche?

–El vehículo privado en los 60 y 70 se universalizó, fue un instrumento que nos trajo una calidad de vida bestial, porque dejamos de mojarnos, pasar calor o tener que llevar bultos al hombro. Representó tal mejora para nuestras condiciones que le dimos todo el espacio en forma de calles para circular y espacios para aparcar, mientras que para el peatón quedaron unas aceras pequeñas de metro y medio, en el mejor de los casos, por cada lado. Con lo cual, el 75% del espacio de las calles se quedó para el vehículo y el 25% restante para el peatón.

Daniel Macenlle, durante su conferencia en La Alhóndiga. EMILIO FRAILE

–¿Qué conlleva esa imposición del vehículo?

–Significa que en una ciudad solo se puede mover cómodamente el que va en coche, pero ¿qué pasa con el anciano con movilidad reducida, los que van en silla de ruedas o los niños, que tienen derecho a jugar y correr y no pueden? La única solución es expulsar al tráfico y por esa vía ganamos espacio y se lo devolvemos a la gente en forma de plataformas únicas, de carriles únicos para vehículos y aceras anchas. Vamos recuperando espacio no solo para movernos, porque las calles son para algo más. Por ejemplo, estos días en Zamora con la Feria del Queso se ve a la gente paseando, mirando y charlando. En definitiva, viviendo la calle.

Tiene que haber un proyecto político muy claro y llevarlo adelante con participación

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–Pero el tráfico no puede desaparecer por completo.

–Es cierto que las ciudades modernas sin vehículo a motor no funcionan, porque los pollos no nacen en el supermercado. La cadena logística de suministros está ahí y además no podemos permitir que una persona con su coche con dificultades de movilidad no pueda circular, o que no se pueda acceder a los garajes, igual que no puede ser que un turista tenga que dejar el coche a dos kilómetros del hotel y caminar con la maleta a cuestas. Ese es el tráfico que la ciudad necesita para su desarrollo económico y para que los ciudadanos vivan bien, pero luego hay otro tráfico, el de paso o el que busca estacionamiento, que no debería tener cabida. Si somos capaces de reducir eso y ganar espacios, descontaminas, bajas el nivel de ruidos y ganas en seguridad vial. Nosotros en Pontevedra, por ejemplo, llevamos diez años sin muertos en la ciudad y es una consecuencia directa de todo este cambio.

–¿Las ventajas ganan a los inconvenientes?

–Todo son ventajas, pero es que además es necesario este cambio, porque las ciudades tienen que hacerse a escala humana. Siempre hablamos de medio ambiente, pero hay que tener en cuenta que dos tercios de la población mundial vive en las ciudades, en un medio ambiente corrupto y deteriorado, con los niveles de calidad del aire irrespirables. Solo entonces bajamos velocidades y recuperamos un poco el aire, pero luego volvemos a empezar. Tenemos que reclamar el derecho a respirar aire limpio, a movernos y a que los niños puedan jugar en la calle, a que todo el mundo, con independencia de su condición física, pueda moverse sin problema. Todos somos iguales y tenemos que tener los mismos derechos y eso tiene mucho que ver con el diseño del espacio.

Ante la expectativa futura de no poder aparcar en ningún sitio, nos negamos al cambio

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–A pesar de todos estos beneficios, siempre hay una negativa inicial al cambio cuando un ayuntamiento pone en marcha este tipo de medidas. ¿A qué puede deberse?

–Eso es así porque los cambios siempre dan miedo. Ante la expectativa futura de no poder aparcar ni desplazarnos con el coche trescientos metros para tomar un café, nos negamos al cambio. Frente a esto está el antídoto de que los dirigentes tengan claro el proyecto y se pongan a trabajar, gestionando adhesiones y superando conflictos. Pero si han sido elegidos con un proyecto claro, no engañan a nadie y se puede defender hasta el final. Cuando todo este proceso se hace con prudencia y con buen tino, a la gente le termina gustando.

Daniel Macenlle, durante su conferencia en la Semana de la Movilidad. EMILIO FRAILE

–¿Y cómo avanza este cambio con el paso del tiempo?

–Nosotros en Pontevedra hace años que entramos en la fase contraria a la negación, con ciudadanos que se sienten discriminados porque no le peatonalizan su calle y ven cómo viven otros vecinos, con terrazas en la vía pública, sin coches, sin ruidos, todo bien iluminado y con la gente paseando tranquilamente, cuando ellos tienen que soportar el tráfico en su calle.

–¿Cuál es el primer paso que hay que dar para este cambio?

– Primero tiene que haber un proyecto político muy claro, llevarlo adelante con mucha comunicación y mucho trabajo de participación, pero, sobre todo, con mucha decisión y sin dar un paso atrás.

–Zamora está comenzando ese proceso en la zona del Mercado de Abastos, ¿se cuenta con la ventaja de tratarse de una ciudad pequeña?

–Pontevedra tiene unas dimensiones y una fisionomía muy parecidas a Zamora. Es pequeña, llana y compacta y eso es una ventaja tremenda, porque nos movemos para acceder a bienes y servicios y en una ciudad pequeña están al alcance de todo el mundo, con medios alternativos de transporte al coche privado, porque en diez minutos puedes ir a la peluquería, al supermercado o al colegio. Eso además te permite tener alternativas, diversificar los medios de transporte como son el transporte público, la bicicleta o el caminar.

En Pontevedra llevamos diez años sin muertos en la ciudad por todo este proceso

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–¿El objetivo es que las ciudades sean amables para todos?

–Hay un concepto que se denomina la ciudad 8/80. En general, una ciudad está concebida para varones de mediana edad con empleo estable, así pueden mantener el coche, y con vehículo. Si las ciudades están creadas para los fuertes, los demás quedan fuera, pero si tú creas una ciudad para los débiles, donde se puede mover una silla de ruedas se mueve cualquiera, tenga dificultades de movilidad o no. Si somos capaces de pensar en los niños menores de ocho años y en los mayores de ochenta, creas una ciudad para todos.

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