La Opinión de Zamora

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INCENDIOS EN ZAMORA

Los ganaderos de Tábara: “No pueden tomar decisiones desde los sillones, llevamos años pidiendo desbroces”

Tras la gravedad del incendio de Losacio, agricultores y ganaderos tabareses lamentan la desafección de la Administración con la realidad del campo l El sector afronta un futuro muy complicado con el 90% de los pastos calcinados

José Manuel Ballesteros junto al rebaño de ovejas. | | JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Más del 90 por ciento del pasto en el término de Tábara se ha transformado en ceniza. “¿Qué hacemos ahora con el ganado?”. Privados del alimento natural, el incendio de Losacio agrava la compleja situación que ya arrastraban los ganaderos. En una comarca donde sobrevive la producción extensiva, el paisaje lunar que han dejado las llamas sitúa al borde del abismo a las gentes del campo. Se ha quemado toda la paja, ovejas y vacas tienen que seguir comiendo.

“Esto acelera una muerte anunciada, porque la cosa ya iba mal. Es la puntilla, ahora ya es la patada” describe abatido Juan Gutiérrez. Este agricultor y ganadero vio seriamente amenazada su nave con las ovejas dentro. “Ha sido un milagro que se haya salvado. Gracias a la familia y los compañeros sino se quema todo”.

Juan Gutiérrez junto a su hermana Paqui en los alrededores de la nave que pudieron salvar. | José Luis Fernández

Frente al calcinado paisaje de fondo, José Manuel Ballesteros lamenta la desafección de la administración con los agricultores y ganaderos. “Tienen que hablar con los profesionales, no pueden tomar decisiones desde los sillones. Hay que estar a pie de campo y hablar con la gente para conocer las necesidades de cada pueblo. Llevamos años pidiendo desbrozar, hacer quemas controladas, no nos han dejado y ahora qué. Hubiera costado menos prevenir que todo el dineral que suponer recuperar todo esto”.

No concibe este ganadero que en los planes silvícolas se retrasen los pagos “uno o dos años. Encima para pagarte una miseria, porque estamos desbrozando jarales de cuatro y cinco metros en sitios muy agresivos. Y por qué autorizan unas poquitas hectáreas si lo que hace falta es tener el monte limpio”.

Aspecto que presentaba la sierra de Tábara ayer por la mañana, con focos todavía activos. | José Luis Fernández

Desde su explotación a los pies de la Sierra de la Culebra, Ballesteros tiene ante sus ojos una visión lo suficientemente amplia como para comprobar que en las zonas desbrozadas el fuego ha frenado. “Las hectáreas limpias han detenido un poco el desastre, sino se hubiera quemado la nave” cuenta acusando el cansancio de jornadas interminables. “Que vengan los de la administración a ver las zonas limpias, nada más pasar el rastrojero se ha parado el fuego”.

Pedro Vega muestra los restos del colmenar tras el incendio. | José Luis Fernández

Los agricultores y ganaderos, además de otros vecinos y jóvenes voluntarios han hecho piña en defensa de lo suyo. Ha habido gestos loables como la de Emilio Medina, un joven ex brigadista que no dudó en desplazarse desde Palencia para ayudar a la extinción. Como en todos los pueblos amenazados por el fuego, tractores, aperos y cisternas han sido el arma de defensa. En algunos casos desafiando la insistencia de “algún agente del Seprona” para que abandonasen la localidad, como en Tábara. “¿Qué sería de la comarca hoy si los agricultores de Moreruela, Pozuelo, Santa Eulalia, Tábara e incluso de Aguilar de Tera no llevasen desde el domingo por la tarde haciendo cortafuegos y remojando el terreno?” se pregunta la Plataforma en Defensa de la Tierra de Tábara.

Un ciervo muerto. | J. L. F. Irene Gómez

“La primera noche aquí no había medios, cómo íbamos a dejar los pueblos” reflexiona José Manuel Ballesteros mientras observa a unas pocas ovejas comiendo "lo que pillan" en un terreno arado entre las pajas. “Los agricultores hemos sido capaces de defender todas las naves” cuentan con orgullo en la cabecera de la comarca, donde quedan unos diez profesionales, alrededor de 7.000 ovejas y 400 vacas.

"Mucha gente de Tábara ha perdido su medio de vida. Esto tiene que tener consecuencias"

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“Es el momento de que alguien asuma responsabilidades. Mucha gente de este pueblo pierde su medio de vida. Han muerto dos personas, esto tiene que tener consecuencias” reclama Paqui Gutiérrez. “Los ganaderos se quedan sin pastos, sin paja, sin nada. La mayoría no había cosechado y todo se ha perdido” lamenta Juan Gutiérrez. “Estamos gobernados por una panda de ineptos” se desahoga el agricultor y ganadero.

¿Ahora qué?. “Las ovejas, al matadero. No me va a quedar otra. Es insostenible. Eso (señala el tanque de pienso) el año pasado me costaba tres mil euros llenarlo, este año cinco mil. Y así todo”.

“No pueden tomar decisiones desde los sillones, llevamos años pidiendo desbroces”

Juan se dice “harto de trabas. No dejan ni quemar una zarza en invierno para que se caliente el pastor, ni hacer una lumbre. Que no nos vendan la moto con lo de la despoblación que no hace nada por los pueblos. Al contrario, lo que quieren es que nos marchemos”.

Pero, consumado el desastre, hay que mirar hacia adelante. Ballesteros pide una repoblación “con cabeza”. “Castaños, robles y encinas. Dejaros de pinos de una vez, que son los que nos han traído la desgracia. Chupan todo el agua de los acuíferos. Hay que buscar otras formas de reforestación. Es una aberración poner pinos y placas solares en zonas de cultivo. Estamos locos. De qué vamos a vivir”.

"Querían que nos fuéramos de los pueblos. Si no es por los agricultores se queman las naves"

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Al otro lado del término, en un denso bosque de encina y roble, Pedro Vega observa los restos del naufragio. Un colmenar hecho migas. La apicultura recibe también un golpe mortal. A sus 59 años, Vega pone un punto de humor al negro escenario. “Estoy pensando en meterme político, brigadista o guardia civil. Son profesiones con futuro”.

Un pinar de Tábara quemado en el incendio de Losacio JOSE LUIS FERNANDEZ

Desde que era un chaval este apicultor está ligado a las abejas. “Son una terapia para mi. Es un trabajo apasionante y bonito. Con las pocas que me han quedado vivas tendré que intentar volver a recuperarlas. El problema es que en los próximos cuatro o cinco años todo van a ser gastos sin beneficio ninguno. Ya no solo es que se hayan quemado las colmenas, se han destruido todos los materiales” lamenta Pedro Vega mientras transita entre árboles todavía humeantes.

El verdor de los bosques de Tábara se ha transformado en un paisaje fantasmagórico.

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