La Policía Nacional investiga ya dos intentos de estafa telefónica de 4.500 euros a negocios de distintos sectores asentados en la capital de Zamora, un engaño relacionado con la supuesta entrega de productos de una empresa de mensajería que requiere el imprescindible pago de esa cantidad para obtener los códigos del albarán. Los investigadores de la Comisaría de Zamora no descartan que pueda tratarse de un grupo organizado que opera a nivel nacional.

Al otro lado del teléfono fijo del comercio, un hombre de acento latinoamericano se identifica como “Antonio Rodríguez, el contable”., explica un afectado. El chorro de información es tan rápida y con términos tan técnicos que el dependiente que acaba de contestar la llamada apenas tiene tiempo de procesar los datos.

“Va a ir una agencia de transporte”, explica “el contable” con una verborrea incesante en cuestión de minutos que bloquea la capacidad de reacción del trabajador, que no deja de recibir indicaciones sobre los pasos a seguir. “Te tengo que dar unos códigos de albaranes para que se los facilites al transportista por teléfono y pueda venir a recoger” el artículo, prosigue el estafador, que pide al empleado que deje libre el fijo “para que puedan llamarle desde mensajería”.

Para entonces, el delincuente ha dado ya los primeros tres números del código al trabajador y le pide un número de móvil a la víctima para continuar hablado. En ese momento, “recibo una llamada de la agencia de transporte y me pide un cuarto número que no tengo. Estoy hablando con las dos personas a la vez y cuando le digo al contable que la agencia me pide otro dígito, este me responde que está hablado ya con mi jefe para obtenerlo, que me lo mandaba al móvil”

Pero existe una condición ineludible, el pago de 4.500 euros en 20 minutos para recibir “los papeles del código, me dice que busque en la caja fuerte y que sino se paga ese dinero, mi jefe tendrá una multa. Cerré el comercio, abrí la caja y comencé a contar dinero, nervioso”.

La treta se vino abajo cuando el titular del negocio llamó a su empleado. “En cuanto se lo comenté al hombre, me dijo que no cogiera la llamada porque me iba a mentir. Ahí me di cuenta de que algo pasaba y colgué”, agrega el trabajador. La preocupación es grande, “creemos que nos habían vigilado, porque sabían que en la tienda hay caja fuerte y que mi jefe había salido a hace gestiones. Ahora no estamos mucho tiempo solos”.

Tanto el propietario del comercio como el empleado "tenemos miedo, queremos que se conozca nuestro caso para que otros empresarios conozcan cómo operan estas personas y no caigan en la estafa", declaran.