El 13 de marzo de 2020, los miembros de la corporación provincial se reunieron en el salón de plenos de la Diputación con la sombra del coronavirus planeando sobre sus cabezas. Aquella sesión estuvo tremendamente marcada por la pandemia que acechaba y supuso la confirmación del inicio del teletrabajo, el anuncio de la “prácticamente segura” suspensión de la actividad política y la proliferación de los llamamientos a la unidad para superar un trance que se presumía corto. Nadie tenía en mente lo que se avecinaba.

LAURA RIVERA DESINFECTA LAS MANOS ANTES DE ENTRAR EN EL PLENO JOSE LUIS FERNANDEZ

De hecho, hay que recordar que, en aquellos días, a tan solo unas horas del inicio del confinamiento, a nadie se le ocurría llevar mascarilla y la expresión “distancia de seguridad” permanecía ajena a la conversación diaria. En ese marco, los diputados se reunieron con normalidad y solo percibieron cambios en la presencia de un dispensador de gel hidroalcohólico a la entrada. Pocos imaginaban que, prácticamente dos años después, habrían acumulado más de veinte sesiones consecutivas sin verse las caras en el salón habitual, celebrando los plenos a través de una plataforma telemática.

Amagos previos

Durante estos meses, los responsables de la Diputación han hecho varios amagos de recuperar la presencialidad, pero sus planes han chocado con la tozuda realidad de la pandemia. Las sucesivas olas han frenado el optimismo de los dirigentes, que incluso se han visto obligados a recular con la presencialidad de las comisiones.

Si todo marcha bien, esto cambiará de forma inminente. “Si podemos, haremos el Pleno de abril presencial”, confirma el presidente de la Diputación, Francisco José Requejo, que espera que la sesión prevista para el próximo viernes, 11 de marzo, se convierta en la despedida de la vía “online”. El mandatario liberal, como otros representantes políticos, entiende que el debate ganará en calidad y en riqueza una vez regrese el contacto visual entre los oradores.

De forma paralela, el Ayuntamiento de Zamora también contempla la posibilidad de despedirse de la pantalla dividida en 25 ventanas cuanto antes. En el contexto municipal, los técnicos municipales se están afanando en resolver un problema técnico para convocar las sesiones en la Casa de las Panaderas.

Último precedente

En este caso, el último precedente “in situ” se remonta al 27 de febrero de 2020, cuando el coronavirus aún parecía un problema lejano, localizado en China. En aquella sesión se discutió sobre el precio del autobús o el contrato de basuras sin contemplar menciones destacadas al COVID. A partir de ahí, los asientos se quedaron vacíos. En el Pleno ordinario de este mes de febrero de 2022, el portavoz del grupo socialista, David Gago, ya reclamó la vuelta de la presencialidad, ante los numerosos ejemplos de instituciones que han vuelto a la normalidad, más allá de la mascarilla, y con el telón de fondo de la costumbre ya instalada de mantener el cuidado en los puestos de trabajo o en cualquier interior.

La idea del equipo de Gobierno ya iba en sintonía con esa petición, a la espera de resolver las citadas cuestiones técnicas, aunque fuentes municipales subrayaron que la calidad democrática no se ha resentido durante el periodo de sesiones telemáticas. Lo que sí ha sucedido en varias ocasiones, como se puede comprobar en los vídeos colgados por las propias administraciones, es que los diputados y los concejales han sufrido problemas técnicos y dificultades de conexión, en ocasiones agravadas por su decisión de conectarse al Pleno “in itinere”.

Esas cuestiones han ralentizado el ritmo de unos debates que pronto volverán a celebrarse en el lugar previsto para ello. El objetivo de todos, más allá del color político, es que el protagonismo se centre en la discusión política, a la confrontación de posturas y a los problemas de los ciudadanos. Y que todo se decida cara a cara.