Unas 150 personas desafiaron la fría y ventosa mañana y acompañaron ayer a la Virgen de la Concha en su salida procesional desde la iglesia de San Vicente hasta la Catedral de Zamora para ganar el Jubileo diocesano, instaurado, hasta el próximo mes de marzo, con motivo de 900 aniversario de la restauración de la Diócesis de Zamora.

Muchos niños participaron en la procesión. | J.L.F.

Minutos antes del mediodía las campanas de San Vicente y también de San Juan empezaron a repicar al tiempo que en la plaza del Fresco comenzaban a formarse corros de cofrades que portaban con orgullo la medalla de la Cofradía de la Virgen de la Concha que han tenido que tener guardada durante estos años sin romerías ni procesiones.

El pendón de la cofradía, en la cabeza de la comitiva . | J.L. F.

La imagen mariana, que ayer jornada de la Inmaculada conmemoraba el 30 aniversario de su coronación canónica, abandonó el templo bajo un manto de pétalos de múltiples colores lanzados desde uno de los balcones del edificio situado enfrente de la puerta de la iglesia donde habitual recibe culto la patrona de la ciudad y la Junta pro Semana Santa. Un hombre comenzó a vitorearla “¡Viva la Virgen de la Concha!”, “¡Viva la patrona de la ciudad!”, unas palabras que los concentrados a duras penas oían por el viento.

La procesión a su paso por la Plaza Mayor. | J.L. Fernández

La canción de la Concha que suena decenas de veces durante los kilómetros que separan la capital del pueblo de La Hiniesta cuando la Virgen peregrina en romería hasta la vecina población o durante la festividad de San Marcos, cuando La Hiniesta invita a la cofradía a acudir el Lunes de Pentecostés, volvió a escucharse en la ciudad gracias a la primera procesión que tiene lugar en la ciudad desde la irrupción del coronavirus. Una pareja de músicos, con flauta y tamboril y también con dulzaina y percusión, interpretaron las notas del himno por las calles del casco antiguo desafiando la desapacible mañana que, sin duda, condicionó la asistencia de hermanos de la Cofradía de Nuestra Señora de San Antolín a la primera salida desde septiembre de 2019.

La comitiva coincidió en Viriato con el rastro. | J.L.F.

En su avance hacia el primer templo diocesano tanto el hombre que llevaba el pendón como los cargadores que portaban las andas de la imagen tuvieron que enfrentarse a rachas de viento que, en algunos momentos, obligaron a frenar el paso de la comitiva que en la plaza de Viriato coincidió con la presencia de los vendedores del rastro.

Salida entre pétalos de la iglesia de San Vicente. | J.L. F.

La procesión, seguida con atención por menores que acompañaban a sus abuelos o sus padres y en la que se echó en falta una mayor presencia de representantes de cofradías e incluso de la Junta pro Semana Santa de Zamora, se detuvo a la altura del Convento del Tránsito y nuevamente al pasar por delante del edificio de la residencia del Amor de Dios, donde varios mayores salieron a las ventanas para contemplar a la imagen mariana, una de las que mayor devoción de la ciudad. En la rúa de los Notarios los cargadores tuvieron que acelerar el paso y llegar antes de la hora prevista a la seo debido a que comenzaba a caer aguanieve sobre la ciudad.

VÍDEO | Revive la procesión al completo:

Ya en el interior del templo, muchos devotos aprovecharon para inmortalizarse junto a la imagen de Concha, que portaba un sencillo vestido azul, antes de que integrantes de la cofradía la situaran en el altar mayor mientras que en la directiva cobraba mayor fuerza el regreso en furgoneta por las condiciones meteorológicas, como finalmente sucedió.

El presidente de la cofradía, Ricardo Flecha, que vivió ayer la primera salida de la Virgen en el cargo, se dirigió a los presentes. “A 52 kilómetros de la iglesia San Nicolás (en alusión a Villalpando) nos reunimos para cumplir la misma promesa de misa, sermón y procesión tras haber hecho confesión de nuestra fe por las calles y ahora comenzamos misa”. En la homilía, el sacerdote Miguel Ángel Hernández, capellán de la hermandad de Gloria desde septiembre, mencionó que la devoción a la Virgen María con distintas advocaciones está presente “en nuestras iglesias, nuestras casas y en nuestros corazones”, siendo la Concha una imagen con mucha devoción y “mucho arraigo” en la ciudad. También aludió al dogma de la Inmaculada y al Voto de Villalpando donde, antes que la definición dogmática, “proclamaron el voto a la Inmaculada”. El capellán subrayó como diferencia entre el siglo XV y el XXI que “en mitad de problemas de salud y crisis económica nos cuesta salir en procesión y nos cuesta pedir ayuda a Dios”. También pidió “la protección de la Virgen de la Concha porque necesitamos como nunca agarrarnos al manto de María” y “valentía para vivir nuestra fe en tiempos de incertidumbre”.