La zamorana Caridad Fernández ha escrito una nueva pieza de microteatro, “Amnesia”, que hasta el próximo 4 de diciembre se representa en una sala de Madrid, y es coguionista de un proyecto cinematográfico que acaba de ser reconocido en el Festival Internacional de Cine de Almería.

–¿Cómo llega a escribir “Amnesia”?

–Me surgió la idea de qué pasaría si pierdo mis contraseñas. Planteo la posibilidad de que has tenido un accidente y te despiertas de un coma y no te acuerdas de ninguna de las contraseñas. A partir de ahí empecé a madurar el planteamiento. Yo normalmente el primer borrador lo escribo del tirón durante un fin de semana, pues es un trabajo muy intensivo. Una vez gestada la historia se la pasé al director Darío Frías, que es quien suele dirigir mis obras, la leyó y una vez perfilado el proyecto, con el nombre del director, de los actores, Jesús Granda y Juan Martín Gravina, y la propuesta escénica, se la remitimos a Microteatro. Nuestra propuesta la seleccionaron y nos avisaron un mes y medio antes del estreno por lo que hubo tiempo para poner en pie la obra.

–¿Se implica en esa parte del proceso?

–No. Yo estoy en el proceso de escritura del texto y luego ya lo dejo todo en manos de Darío. El día del estreno voy y me sorprendo, siempre gratamente. La propuesta de Darío Frías siempre va más allá del texto. Su dirección y el trabajo de los actores hacen que la obra se convierta en algo nuevo, como si al cobrar vida la viera con ojos nuevos. Hay cosas que estén en mi propio texto que no las sabes. La obra crece. Esa sensación es impactante. Yo no entro en la primera función, sino que voy a algún pase posterior el día del estreno.

–¿Por qué?

–Porque tengo que esperar a que salga la gente del primer pase y ver si se lo han pasado bien, conocer qué les parece... Siempre me ha sucedido porque me importa mucho la opinión del público que es para quien escribes. La obra la escribes para transmitir algo, para contar una historia y además de entretenerles, quieres que se queden con lo que tú quieres contar.

–¿Qué ventajas tiene para usted escribir microteatro sobre otros formatos?

–En cada formato tienes más posibilidades de contar unas cosas u otras. El microteatro tiene lo que te ofrece un relato breve frente a la novela. Creo que te obliga a que tenga una idea muy compacta y concisa que puedas desarrollar en el arco de tiempo de unos escasos quince minutos. Una gran ventaja es que te permite poner en pie ideas que, por su riesgo, serían muy difíciles en una obra larga. Resulta bastante complicado encontrar producción para una obra de teatro larga que parta de una idea arriesgada. Sin embargo, en el microteatro resulta totalmente factible.

–¿El público ya está acostumbrado a estas obras que no superan el cuarto de hora de duración?

–El microteatro cuenta con su público al que le encanta ver a las actrices y a los actores tan de cerca. Esta situación tan próxima permite otros matices, un tipo de conexión que, desde mi punto de vista, es otro punto a favor del formato que necesita de unos intérpretes muy buenos, pues no hay ni trampa ni cartón, que aguanten tantas funciones diarias. En los 15 minutos que dura entras a un universo casi del que formas parte.

–Por su experiencia como autora de más piezas de microteatro, ¿quiénes van a ver este género?

–El público de microteatro es muy amplio. Para poder asistir a una de estas funciones no tienes que ser obligatoriamente público habitual de teatro, pero sabes que la propuesta de un cuarto de hora por cinco euros sí está a tu alcance.

–¿Ve factible el traslado de estas obras a centros educativos?

–Estoy convencidísima para hacerles público de teatro, por hacerles sujetos activos. Me parece que lo que nos tendría que traer el siglo XXI en el teatro es ser sujetos activos en muchas cosas. El teatro debería de formar parte de nuestra vida. El microteatro es el formato ideal para que en las escuelas las nuevas generaciones se acostumbrarían a la posibilidad de ser público y se familiarizarían con qué es el teatro y cómo se puede participar en el hecho teatral. Ahora los chicos están acostumbrados a las redes donde se cuelgan vídeos de menos de un minuto, por lo que este formato puede ayudarles a relacionarse con el teatro.

–Los teatros públicos ¿deberían de dar cabida al microteatro?

–Los espacios públicos tienen la asignatura pendiente del acercamiento de la cultura. Tendrían que tener cabida microteatro y todas las propuestas que acerquen la cultura a la gente, que la hagan accesible en todos los sentidos. No puede ser que la cultura se convierta en Instagram o las plataformas, que están muy bien, pero de no lograse que el público acceda a ella, nos distanciaremos irremediablemente. Es muy difícil que la cultura sea rentable en el sentido estrictamente económico, pero el beneficio social de tener un espacio donde manejar las inquietudes, de tener unos referentes simbólicos, de tener un espacio donde jugar, sin duda, trasciende.

–¿En qué está trabajando en estos momentos?

–Como ocurre mucho en este oficio, estoy pendiente de que salgan tres de proyectos para plataformas. Uno de ellos, el más personal, está moviéndose por México con una productora de allí que está intentando ponerlo en pie. Estoy en espera de ese trabajo y del proyecto de dos películas, una de ellas un proyecto de Liteo Pedregal en el que participo como coguionista, “Nana” acaba de lograr el segundo premio a mejor proyecto de largometraje en el Festival Internacional de Cine de Almería. Es un proyecto de hace tiempo del que incluso hemos hecho un corto a partir de una de las tramas presentes en el proyecto. Ese reconocimiento, sin duda, será un empujón que facilitará que haya más gente que lea el proyecto para apoyarlo económicamente. Es un paso más para que el proyecto cobre vida. Yo tengo mucha fe en él pues es una historia muy original.